Cuando Hammurabi, hace más de tres mil quinientos años, dictó su Código, aportó a la humanidad un maravilloso regalo, mediante el cumplimiento de la Justicia quedó excluida la aplicación de la venganza.
En la sociedad occidental hoy se considera bárbara la primera ley que estableció una pena cierta para un delito cierto: “Ojo por ojo, diente por diente”.
Si alguien robaba algo no solo tenía que reintegrarlo, además tenía que entregar al a su víctima la misma cuantía de lo que hubiera robado. Si alguien sacaba a otra persona un ojo, estaba condenado a perder el mismo ojo. Si alguien mataba a alguien, estaba condenado a la misma muerte. Es decir, se establecía un equilibrio, justo entonces y acaso ahora, entre el delito y la pena.
¿Eran duras las sanciones del Código de Hammurabi? Sin duda podrían ser muy duras, eran equivalentes a la dureza de los daños que había causado el autor del delito.
Hammurabi, con su Código dio un paso de gigante en la convivencia de la sociedad. Al establecer las penar y hacerlas cumplir, eliminó el terrible mal de la venganza de los ofendidos que, sin lugar a dudas, buscaban, antes de Hammurabi y también ahora, causar a quien les había dañando un mal mucho mayor, el máximo que se pudiera lograr, a quien les hubiera causado el mal.
Con el Código del rey de Babilonia ya no era posible que tú, si tu enemigo había matado a tu hijo, matases a todos sus hijos, a sus mujeres, a sus padres, a sus hermanos y torturases hasta la muerte a ese enemigo. Habías de conformarte con la justicia: Ojo por ojo, muerte por muerte y, la deuda quedaba saldada y la sociedad se mantenía en un equilibrio de justicia y pacífica convivencia.
La evolución de la sociedad occidental ha hecho que el “ojo por ojo, el diente por diente y la muerte por muerte” no sean aceptables en su sentido literal y que las lesiones se hayan sustituido por indemnizaciones o la muerte por penas de cárcel, que en España pueden ser cortas.
La razón del cambio en la cuantía de las penas no está en absoluto en “la exageración o la dureza de las sanciones”, está por el contrario en la filosofía que sostiene la convivencia social: Antes se trataba de castigar al delincuente y calmar o compensar al ofendido, hoy se trata tan solo de “reinsertar al delincuente en la sociedad”, sin que la sanción tenga nada que ver con la satisfacción de quien hubiera sido dañado.
De esta filosofía social, por supuesto “más humana” y “más generosa”, viene el que los delincuentes condenados a muchos años de cárcel por terribles crímenes y horribles delitos puedan salir a la calle, reinsertados, habiendo pasado en prisión tiempos notablemente más cortos que aquellos a los que habían sido sentenciados.
Y, claro, esto puede ser defendido por los políticos, aceptable con normalidad por la sociedad y mal soportado, pero soportado por los ofendidos, cuando el delincuente, efectivamente, sale de la cárcel porque realmente se ha reinsertado.
Sin embargo actualmente, en España, estamos en usa situación terrible. Una parte del partido socialista, una parte de los partidos y de la sociedad vasca y una parte de la sociedad española, ante las presiones de ETA, de unos delincuentes que amenazan con seguir matando si no se les reconoce la legitimidad de los asesinatos que han cometido, si no se otorga a los homicidas la consideración de inocentes de la sangre que han derramado y no se les saca de las cárceles, ellos seguirán matando.
Tristemente, si la parte del partido socialista, la parte de los partidos, la parte de la sociedad vasca y la parte de la sociedad española que están a favor de “hacer la paz sin vencedores ni vencidos”, logran que el Estado acepte sus tesis y, poco a poco, “como se pueda”, saque a los hombres y mujeres que están en la cárcel por haber asesinado a otros hombres, a otras mujeres y a varios niños, porque los condenados por haberlo hecho han sido reinsertados mediante el “proceso de paz”, los padres, los hijos, los nietos, las familias, los amigos de quienes fueron muertos y una inmensa cantidad de ciudadanos españoles, sabrán y sentirán en sus corazones que en España ya no hay justicia.
Y todos sabemos que cuando la justicia sale por la puerta la venganza entre por la ventana.
Y, lo peor de todo es que la venganza no es ojo por ojo, diente por diente o vida por vida, es siempre por mi ojo tus dos ojos, por mi diente todos tus dientes y por mi hijo todos tus hijos.
Esperemos que el actual Gobierno, que tanto ha buscado “terminar con ETA”, ni el que venga a sustituirlo en noviembre, mantengan la puerta bien cerrada para que la justicia se quede en casa y no entre la venganza por la ventana.