El próximo
domingo, en Francia, los ciudadanos que no quieran abstenerse van a votar en la
segunda vuelta de las elecciones legislativas; y, para hacerlo, en no pocos
casos, porque no tendrán otra opción, habrán de elegir entre un candidato
de la extrema derecha y otro de la extrema izquierda.
Evidentemente,
el hecho de elegir entre dos candidatos indeseables se ha producido en no pocos
lugares en el pasado y, todo hace pensar
que será el pan nuestro de cada día en el próximo futuro de nuestro mundo occidental.
Vamos, los franceses,
los españoles, los europeos en general y, por supuesto los americanos del norte
y del sur, parece que estamos condenados a eso que llaman salir de Guatemala para entrar en Guatepeor.
Evidentemente
esto es, hay que admitirlo, eso que, en estos tiempos, tanto decimos apreciar y
llamamos democracia.
Y, recordando
las enseñanzas de Aristóteles, me pregunto
si no estamos cerca de abandonar, de grado o por la fuerza, la democracia
actual y sustituirla por lo que el sabio griego entendía por monarquía,
aristocracia o politeia.
Nota: la
imagen de Aristóteles que ilustra esta entrada está tomada de Wikipedia, en
Internet.
1 comentario:
Me cabe la duda de si podemos aplicar con propiedad el calificativo de extrema derecha al partido de Le Pen, Fratelli d'Italia o Vox. Estos jamás han alabado a Hitler o Mussolini , no quieren gasear a nadie ( no confundir con controlar la entrada de inmigrantes ¡por favor!) Y tampoco apoyan movimientos terroristas. Me parece que la izquierda tiene demasiada influencia en quienes denominan extrema derecha a estos partidos conservadores.
Por el contrario la extrema izquierda respeta a los Castro, Maduro y Stalin. Lo hacen sin tapujos. Equiparar a estos últimos con los conservadores es, para mí, un grave error de apreciación derivado de haber asimilado y hechos propios los supuestos de esa ultraizquierda cuyo pasado criminal no tiene parangón en la historia de la humanidad.
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