En este domingo, tercero de marzo de 2020, el sol sigue llenando
el espacio y alegrando la calle desierta que contemplo cuando levanto los ojos
a través del ventanal.
Ayer el Presidente del Gobierno, con su mujer en casa, nos enteramos luego,
infectada por el virus, en televisión,
manejando excusas no pedidas, anunció,
muy serio y, en mi opinión, con falsa apariencia de seguridad, una serie de medidas para paliar los efectos de
la crisis sanitaria y, duro es decirlo,
sobre todo crisis económica, que tenemos encima.
Sobre las medidas, unas ya
adoptadas y otras por adoptar, tengo nada que decir, sobre las primeras porque carezco de
conocimientos para evaluar su pretendida eficiencia y sobre las segundas, de carácter económico, porque, al parecer, son todavía ideas que
están discutiendo en el seno del gobierno
las distintas facciones socialistas y comunistas que, ¿no es humano? tratan cada una de ellas
de “sacar tajada” de cara a un futuro que unos miles de
ciudadanos no veremos porque estaremos muertos.
Claro que por lo que leo y veo en la prensa digital y en las redes
sociales, lamentablemente, parece que la satisfacción social y la credibilidad
del gobierno es limitada. Esperemos que mejor antes que después el Presidente
del Gobierne pregunte a quien sabe y haga lo que hay que hacer, por el bien de
todos….
Pero lo anterior, en lo personal, aunque a mí me importa mucho, debo dejarlo de lado y pensar en lo que
tengo, debo, deseo y puedo hacer en esta mañana
soleada de marzo en la que salir a la calle, aunque sea para comprar
unos cartones de leche y alguna otra
cosa, es una fortísima tentación.
No es que me importe estar solo en casa, pero el sol de la calle…
Claro que hay algo que, como un grillete, aferrado a mis tobillos
me impide dar los pasos que separan el
sillón en que estoy sentado y la puerta por la que he de salir para irme a la
calle; se llama Responsabilidad, eso que
en el Diccionario de la Lengua Española se define como: 1. Cualidad de
responsable; 2. Deuda, obligación de reparar y satisfacer, por sí o por otra
persona, a consecuencia de un delito, de una culpa o de otra causa legal; 3.
Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o
asunto determinado; 4. Capacidad existente en todo sujeto activo de derecho
para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente.
Responsabilidad. Sí, si salgo a la calle, me contagio y contagio a
otras personas seré responsable y “alguien”, no solo mí conciencia que también,
me lo podría demandar. Y hasta es posible que, quizá, si alguien me acusase
ante un tribunal de justicia, me podrían condenar a tres o cuatro años por un
delito de homicidio por imprudencia.
Responsabilidad, Sí, eso que hay quien ha hecho o no ha hecho, ha
producido muertes y va a producir muchas más, si no tiene conciencia ni
moral…y, para colmo, si resulta que gobernar haciéndolo peor que mal no es un
delito que pueda llevarse ante los tribunales.
Cuanto añoro la figura de los Juicios de Residencia que, cuando el Imperio Español era Imperio,
tan sabiamente protegía de los desmanes
de sus gobernantes a los españoles de
todas las Españas.
Mientras tanto busco y encuentro en mi ordenador algunos libros que envío mis hijos para que se los lean a mis nietos…
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