Enmascarado, con guantes y bastante susto, esta mañana he estado en Puerta de Hierro, el gran hospital universitario
de Majadahonda.
A las ocho y poco de la mañana, apenas gente en la calle, sin tráfico en el camino, conduciendo
despacio he recorrido los cinco kilómetro escasos que separan mi casa del
hospital.
Qué ¿por qué he ido al hospital? ¿Qué cómo se me ha ocurrido
hacer tamaña locura?
Es sencillo, tenía cita a las 8:50 de la mañana de hoy para que me
tomasen las muestras para los análisis
que requiere el control de “mis goteras”. Como es lógico, hace algunos días,
pensando que la cita estaba suprimida o, al menos, postergada, envié un correo
electrónico a la dirección que el hospital tiene habilitada para el contacto con los
pacientes (los teléfonos, es natural y en nada me extrañó, estaban saturados)
y, cual sería mi sorpresa, ayer miércoles, día de San José recibí, a media
mañana, con un buen susto, la respuesta: “la cita sigue activa…”
Claro, me dije, el control de las goteras…estas goteras mías, lo
que no va en lágrimas, va en suspiros, y haciendo de tripas corazón,
durante lo que quedaba de mañana y toda la tarde, me preparé para hacer frente al desafío que
era para mí visitar el hospital en estos días.
Pues bien, todo llega y todo pasa, a las 8:25 tenía el coche muy
bien aparcado junto a la puerta principal, la que tiene las banderas, a las
8:26 salía del coche como me había ordenado mi hija pequeña, con la mascarilla y los guantes de látex, el papel
de la cita y el teléfono en la mano. En el gran vestíbulo de la zona de extracciones cuatro gatos, en tres minutos
hice los trámites, resultó ser evidente que tenía cita, que sí me esperaban en
el hospital esta mañana y, sin tiempo
para sentarme, a las 8:30 estaba en manos de una enfermera valiente, muy eficiente y ciertamente
encantadora, que hizo lo que tenía que hacer y, sin más, agradecido, a las 8:45, estaba sentado en el coche y enseguida, algo
relajado tomé el camino de regreso a casa.
La mascarilla a la basura, la ropa a lavar en un programa largo y
caliente, una ducha larga con mucho gel… todo llega y todo pasa.
Nota:
Esta entrada que relata una anécdota personal sin importancia y en nada relevante, es mi reconocimiento expreso al buen hacer del
equipo humano del Hospital Universitario Puerta de Hierro de Majadahonda.
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