Se dice que sobre las cosas
importantes de la vida solamente se piensa en profundidad cuando uno llega a
viejo y, en mi caso es verdad.
Cuando eres joven con vivir tienes
más que suficiente, tienes salud, estudias primero y luego trabajas, te
enamoras y te casas, vas a misa, tienes hijos, y no tienes tiempo para nada.
Cuando llegas a viejo, ni estudias
ni trabajas, te quedas viudo; si te llevan, sigues yendo a misa; ahora tienes
tiempo y, sin querer, recuerdas a tus padres, te preocupan tus hijos y,
asombrosamente, lleno de goteras, te preguntas por el sentido de la vida, por el
bien y el mal, el pasado de la humanidad, la importancia del amor, la religión y
la necesidad de estar en paz.
Y el ejemplo, la importancia del
ejemplo: si has estudiado, tus hijos estudian; si tus hijos te ven leer ellos
también lo hacen. Por el contrario, ellos, los tuyos, si mientes, también mentirán,
si robas ellos robarán y si te suicidas, seguro, alguien cercano, te seguirá.
Bien es verdad que, aunque el
ejemplo es muy, muy importante, en las familias, también lo es el que dan los
gobernantes: si estos son honestos, la sociedad tiende a ser honesta, si son
corruptos la sociedad inmediatamente se corrompe; si los gobernantes quebrantan
las leyes, los ciudadanos también lo harán y, si, en el extremo, los
gobernantes matan, seguro, los gobernados también matarán.
Claro, te dices, es importante pensar,
nunca, pase lo que pase, seguir los malos ejemplos, portarte bien, dar tú buen ejemplo,
y poco más.
De todos modos, la vida es como el río
que nace de un pequeño manantial y con el agua que va recogiendo en su
recorrido, limpia o sucia, se hace cada vez más grande, hasta, preciosa o
repugnante, perderse, ¿desaparecer?, en el mar.
¡Qué cosas tan obvias, pensamos los
viejos!
1 comentario:
Nada mejor que dar ejemplo en la vida o lo que es lo mismo, tratar de ser ejemplar … que difícil …
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