Cualquier persona, cuando lo piensa, sabe que sus mayores y, a veces los mejores, mejores éxitos, personales y profesionales, de su pasado los consiguió en situaciones difíciles, incluso en ocasiones en las que parecía que todo estaba perdido, cuando el fracaso era ya una realidad. Una extraña combinación de firme convicción, esfuerzo, imaginación, algo de locura y un trabajo bien hecho hizo realidad esos éxitos que, cuando pasa el tiempo quedan olvidados en el fondo de la memoria y, si por alguna razón, alguna vez, se recuerdan parece que fueron logros de otra persona.
Sin embargo, a pesar de los destellos que suponen las situaciones excepcionales, aquellos en que de alguna manera “te has jugado” “todo” o “casi todo”, las personas no vivimos lo excepcional, vivimos lo próximo, lo diario, el ir a clase o a trabajar, el viajar cada día en la ciudad o de tiempo en tiempo más lejos del hogar, el estar con tu familia, estudiar lo que te agrada o es necesario, preocuparte de lo que pasa más cerca o por lo que afecta a los tuyos, disfrutar del amor, el desamor, dejar discurrir el tiempo de la vida. Y todo esto no es poco, es realmente, la vida.
Ahora estamos en tiempos difíciles, en tiempos que con los días y los meses, se harán más y más difíciles para muchas personas de cerca o de lejos de cualquier lugar.
Ahora estamos en una época en que, otra vez y acaso por fortuna, la necesidad, el temor y la incertidumbre, puede ser buen tiempo para pensar, para saltar de la carrera de un día a día que solo contenía, aunque parecieran grandes, pequeños sobresaltos, y reflexionar.
No importa el pasado, no importa la edad, no importa lo que fuiste o lo que no llegaste a ser. No importa que los sueños de hace años se perdieran en la obligación y en el camino de crecer. Es tiempo de volver, antes de que cada uno o los demás, pierdan o perdamos lo que hayamos de perder, es preciso volver a soñar el futuro, volver a imaginar y a diseñar el propio mañana lejano y, sacando las fuerzas de donde están, siempre escondidas en el fondo del alma, ponerse a trabajar.
En tiempo normal nos olvidamos de pensar, nos conformamos en la seguridad de que las cosas, lo que tiene que pasar, bien o mal, están en su sitio y lo único que hay que hacer es estar.
Cuando se apaga la luz, cuando se mueve la alfombra de la seguridad, cuando el peligro es real, es tiempo de reflexionar y de diseñar el camino que nos lleve al nuevo destino que hemos de constituir y alcanzar. ¡Qué oportunidad!
Para quien abra los ojos, para quien piense un poco, para quien quiera vivir la vida y seguir viviendo, es tiempo de suerte, es tiempo de cambio, es tiempo de nueva vida, es tiempo de oportunidad.
Cada persona que esta viva y quiera seguir en la vida, uno debe imaginar y diseñar el futuro, su propio futuro y, si es posible, el de algunas de las demás.
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