Ayer,
Domingo de Ramos, leí en varios medios, una noticia, un bulo al decir del partido
político UP que, quizá porque soy mayor,
me produjo un molesto sobresalto.
Irene
(32 años), la joven Ministro de Igualdad, la del sola y borracha, quiero llegar a casa, con
sus tres hijitos, ha sido abandonada por su marido, Pablo (41años), Vicepresidente
Segundo del Gobierno de España, macho alfa le llaman por ahí, porque ha
encontrado otra novia o, como se decía antes, otra amante, una chica de buena familia, bien educada y jovencita (26 años), para
alegrar sus días y también sus noches.
“Esa chica es más tonta que Abundio”,
es lo primero que hubiera dicho mi mujer cuando yo, sobresaltado, hubiera
leído, por segunda vez, en voz alta para ella, la infausta noticia.
Y,
ahora, porque no lo puedo evitar, continúo con lo que, absolutamente seguro, me
hubiera dicho Cristina: con los antecedentes de ese tío, con lo malo y lo
golfo que es, seduce a las más tontas, a esas que se creen las más listas y en
cuanto se cansa de una la deja plantada
y se va con la otra, ¡otra tonta más que tonta! a la que también dejará plantada.
Y
continúa: esa chita, la muy tonta, se cree que va a seguir siendo Ministra…en cuatro días no podrá mantener su
casa…ni venderla, porque seguro que es
toda del marido o de una empresa del marido. Sí, ¡es más tonta que Abundio!, 32
años, tres niños, que no ha trabajado en su vida, sin oficio ni beneficio y que,
para colmo, es una feminista loca y mal educada, se lo tiene merecido por boba.
Yo,
aprovechando un momento de silencio de mi mujer, le hubiera dicho: Cristina, no
seas tan dura, aunque esa chica sea más
tonta que Abundio sigue siendo una pobre
chica que, como tú dices, no ha hecho
caso del refrán español: no sirvas a quien sirvió ni ames a quien amó…Y
ahora, ella sola, con tres niños pequeños, en el caserón de La Navata, lejos de
todo…¡pobre muchacha!
Claro
que también, si yo hubiera sido el padre de Irene, muy posiblemente en estos días estaría, si no contento, al
menos más tranquilo; mi hija, porque ha
sido abandonada por Pablo, ya no corre
el peligro de convertirse en otra Elena, la de
Ceausescu, el difunto rumano al
que intenta emular el líder comunista español.
En
cualquier caso, termino, me alegraría por la joven esposa y por los niños del
Vicepresidente Segundo que todo sea un bulo y que, aunque como eslogan, a ella le pueda gustar,
no tenga, por necesidad, que sola y borracha, llegar a casa.
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