Los recuerdos, hasta los
del todo olvidados, cuando menos lo esperas regresan para ponerse ante tus ojos
como si fueran presente.
Esta noche he dormido a
trompicones y cada vez que me he despertado, sobresaltado, ha salido de mis
labios la misma pregunta: ¿Cristina, bonita, estás bien, mi vida?
Y, una y otra vez, al ver
que no estoy con ella, que desde aquella noche han pasado cuarenta y cinco años
y que en esta noche no estoy a su lado, con una lágrima en los ojos los he
cerrado, me he dormido y, al poco rato, de nuevo despertado. ¿Cristina, bonita,
estas bien, mi vida?
Me he levantado temprano,
sé que no existen los buenos ni tampoco
los malos fantasmas, pero aunque
estaba muy tranquilo y también agradecido porque hubieran venido, porque estuvieran
conmigo en este día, a mis padres, a mis suegros a tantos tíos, a muchos amigos y, hasta a la propia Cristina,
les he dicho que se fueran de mí habitación y de mí cabeza, que me dejaran solo porque el día de hoy no es suyo ni es mío; hoy el día es precioso y es del niño, mi hijo,
que nació en la mañana de aquel lejano y
maravilloso día.
Muchas
felicidades hijo, disfruta mucho tu día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario