Los holandeses, desde que
hace siglos dejaron de obedecer a Roma, tienen muy claro que si trabajan duro y
tienen éxito en esta la vida, se aseguran un lugar en el Cielo; acaso por ello
son despiadados comerciantes, con abuelos negreros, que cuidan muchísimo sus dineros y, por ahorrar, dan mordiscos a
las lentejas y, esto a nosotros nos cuesta soportarlo, son asertivos hasta la
indecencia. Además, son, como país, ricos como borricos y, aunque ya no cuentan
con el apoyo del Reino Unido, están acostumbrados a tener en la Unión Europea mucho
más poder del que, por lo que realmente son, merecen.
Los alemanes, muchos
luteranos, ricos, trabajadores, rígidos, organizados y también despiadados, olvidadizos
si les conviene, prepotentes y, acaso racistas, llevan luchando un siglo y
medio por ser, creen firmemente que
tienen derecho a todo, “los jefes”, los “conductores” los “amos” de
Europa, y ello sin
que, por ahora, el resto de los europeos
acepten sin rechistar su mandato, agachen
la cabeza y les rindan la debida pleitesía. Además, ahora que no está el Reino
Unido en la Unión piensan que, al fin, van
a conseguir, el liderazgo que tanto ansían.
Además, los gobiernos y
los ciudadanos de Holanda, Alemania y los del resto de los países del Norte
saben, porque lo han visto, que los gobiernos de los países del Sur en los últimos
años han sido incapaces de dejar de gastar sin tasa, lo que tenían y lo que no
tenían. Y para colmo, italianos y españoles piden que la Unión Europa les de
grandes cantidades de dinero para “gastarlo a su modo” y sin dar cuenta a nadie
en qué lo gastan, hasta incluso, como pretende el Vicepresidente Segundo del
Gobierno de España, usar el dinero de holandeses, fineses y alemanes para ir cambiando el sistema de economía
libre de mercado por un régimen comunista tipo venezolano.
También, es evidente que
si muchos españoles, más o menos la mitad, desconfiamos del presidente del
Gobierno y tenemos horror a lo que dice públicamente que quiere hacer el comunista
Vicepresidente Segundo del mismo gobierno, ¡cómo no van a resistirse a poner su
dinero, sin condiciones ni control, el resto de los europeos!
¿Quiere decir todo lo
antes expuesto, que no quiero, que no queremos, el dinero europeo? No, porque
lo necesitamos y lo necesitamos mucho, lo quiero, lo queremos. Pero también
quiero, también queremos que alguien, con poder suficiente, controle lo que se
gastan, cómo y en qué se gasta el Gobierno de España esos dineros y, de paso,
que vigilen también en qué se gastan nuestros propios impuestos.
Nota
Y no
olvidemos, y más vale que lo tengan presente sus gobiernos y sus parlamentos,
que para la economía y el bienestar de los
Países Bajos y de Alemania, un desastre en Italia y España puede ser algo mucho peor que muy malo.
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