A
TODOS, FELIZ DÍA DE PASCUA FLORIDA
Pues claro que me gusta
la vida, me encanta la vida, pienso que nada hay mejor que la vida y doy
gracias a Dios, que es Vida, por haberme dado la vida.
Y por ello, la discusión,
la bronca esa que anima y entretiene a millones de prisioneros encerrados en sus
casas, esa en la que unos dicen: ¡yo estoy a favor de mi abuelo!, ¡mi abuela
ha de ser la primera!, ¡ya pagaron mucho para tener derecho y tienen todo el
derecho a cobrarlo!, ¡bandidos, canallas, queréis matar a mis abuelos! Y
otros que dicen: ¡menos mal que ha venido el bendito virus que se va a
llevar a los malditos viejos!, ¡a ver si el bicho se come a mi suegra, maldita
vieja, los años que tiene y no se cansa de hacerme la vida amarga! ¡te pongas
como te pongas, el valor de las vidas jóvenes es mayor que el de las vidas
viejas y gastadas!
En principio, pienso que
podría ser buena cualquiera de las posiciones y, acaso no pocas personas estarían
conmigo en dar la misma y bien distinta respuesta en dos extremas: en la
primera, Juan, el anciano de 75 años, afamado pintor y bondadoso mecenas de
científicos y artistas por una parte, por otra Enrique, el hombre de 42 años,
pederasta de cien niños, violador y asesino de siete mujeres, que es, además de
todo lo anterior, un cruel e incurable sicópata. ¿No sería razonable dar
el respirador a Juan y no dárselo a Enrique?
La segunda situación:
Juan, anciano de 75 años, vive solo, con una salud nada buena, más bien mala,
en el pasado fue un artista más bien mediocre y, salvo ver, una hora cada dos
semanas, a sus nietos, no hace nada de nada; de otra parte Enrique, 42 años, un
muy buen cirujano que salva muchas vidas, con mujer enamorada y tres hijos de
10, 8 y 3 años…¿Alguien dudaría en dar el respirador a Enrique y dejar a Juan esperando a que llegue, si llega y le
toca, otro respirador?
El ejemplo anterior es,
evidentemente, muestra de un extremo, pero también lo es de que, para decidir
sobre a quién dar preferencia en la oportunidad para salvar la vida, es
importantísimo tener algún criterio que, aceptado por todos o al menos por la
inmensa mayoría, permita al médico ser, y es mucho, solo médico y, de ninguna
manera juez o, menos todavía, involuntario verdugo.
Y, el criterio que, tengo
entendido, se está aplicando, con inmenso dolor, en España, y que a mí me
parece, porque el bien mayor es siempre la vida, muy correcto, se puede enunciar con una sola
frase: la preferencia en la aplicación de los medios para curar será para el
paciente cuya esperanza de vida sea más alta…
Y, para que quede claro,
con 76 años y mis “goteras”, de acuerdo con ese criterio, sé muy bien lo
que podría y debería sucederme si además
de tener, cuidado la suerte no me acompaña,
viene el bicho y me contamina…
Nota sobre algo del todo
obvio:
Quienes gracias a la
pandemia vengan al mundo, los que serán llamados “hijos de la gran pandemia”
sin duda bendecirán al coronavirus porque sin su existencia, gran difusión y
agresividad, no hubieran nacido.
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