martes, 27 de julio de 2021

962. DE LO PROHIBIDO

 



 

Lo largo de los días y calor del verano, al ser viejo, porque me faltan fuerzas y no puedo hacer, me hago niño y dedico mi tiempo a soñar.

 

 Y, porque no existe nada tan deseado, atractivo y apasionante, como el ansia de lo prohibido, es ahí dónde ahora se esconden mis pensamientos.

 Vuelvo a querer subirme al árbol más alto, al tejado, al campanario; hablar en misa, escaparme de la iglesia; tirar piedras, romper el jarrón de la abuela; hacer novillos, bañarme en el rio; robar manzanas, cazar lagartos; mancharme las manos, tirar de la cola al gato; decir palabrotas, pegar al hermano y hacer el ganso…todo eso, a querer lo que estaba prohibido.

 Y más tarde a querer irme de juerga, seducir a la vecina, conducir bebido, faltar al trabajo, engañar al jefe, gastar demasiado, hacerme el loco o cometer fraudes; en fin, todo eso que era tan deseado solo porque estaba prohibido.

 Y, es curioso, el atractivo de esas cosas, malas casi todas, no estaba ni en pensarlas ni en hacerlas, era tan solo la pasión por, sin que importasen las consecuencias, infringir la norma y hacer lo prohibido. 

  

¿Alguien piensa que la mujer de Barba Azul hubiera abierto la habitación de la muerte si su peculiar marido no se lo hubiera prohibido? ¿Alguien se imagina a Eva tentando a Adán mientras disfrutaba la manzana, si Dios no lo hubiera prohibido?

En fin, en el calor del verano cuando mi mente de viejo se hace de niño, con lo que me queda de adulto, no dejo de preguntarme si los que nos gobiernan, cuando prohíben algo saben que están encendiendo en mucha gente el deseo de saltarse la norma y hacer, con especial ahínco,  lo que se ha prohibido?

 

 

 

 

 

viernes, 23 de julio de 2021

961. DESDE LA PANTALLA DE MI ORDENADOR

 

En estos días de verano, para huir del calor y no pensar en los males de la pandemia, me escondo en la oscuridad de mi casa y dedico mi tiempo a leer, soñar y escribir delante de la pantalla del ordenador.

Y, poco a poco, casi sin darme cuenta, en mi mente gastada, con el paso de los días, se ha ido creando un mundo imaginado en el que soñar imposibles, ¡es asombroso!, se hace más próximo y apasionante que la realidad.

Sin embargo, para evitar que vivir ilusiones me arrastre del todo a la locura y transforme mi casa en un palacio, los cuadros de las paredes en puertas a otros sueños, mi gitana en una reina y los ruidos de la calle en ilusorias bacanales, de cuando en cuando, cada dos o tres días, haciendo un gran esfuerzo, salgo de mi mismo, pulso la tecla, es magia, que abre ante mis ojos, en la pantalla del ordenador, lo que, aunque puede que no lo sea, el mundo de lo real.

Y, sí, mis ojos se llenan, una y otra vez, con la figura noble y hermosa de un hombre alto, vestido de azul, con el pelo encanecido, que, desde un púlpito, una calle o el asiento de un avión, hace un gesto, desaparece y  llena mis ojos, ¡es un milagro, vive Dios!, con imágenes antiguas, imágenes perdidas y olvidadas, ¿estaré confundido?, ¿estaré viendo mal?, de Francisco Franco Bahamonde, que desde  el NODO, con su voz inconfundible, fina y  desgastada, me habla, ¡españoles!, de los enemigos de España; y pienso: ¿será posible que el viejo general tuviera razón?, a fin de cuentas, si el hombre de figura noble, alto, vestido de azul, tanto lo conjura, será porque  que Franco, tenía, sí, más  razón que un santo.

Y, a poco, confortado, rezo una oración al Santo Franco, siempre hago lo mismo, me santiguo y pulso de nuevo  la tecla, se cierra la ventana a la realidad y yo vuelvo a esconderme, en la oscuridad de mi casa, en mi mundo imaginado, a leer, soñar y escribir, delante de la pantalla del ordenador.