martes, 28 de junio de 2022

999. COSAS DE VIEJO: DEL REGALO INFINITO QUE ES EL AMOR

 

Hoy, 28 de junio, víspera de San Pedro y San Pablo, es el 48 aniversario del día en que Cristina, mi mujer desde entonces, se casó conmigo.

Luego, lo normal en la vida: tiempos buenos y malos, épocas de salud y de enfermedad, de algunos éxitos y no pocos trastazos, siempre juntos y, ¡es asombroso!, sin darme, sin darnos cuenta, de que, todo lo vivíamos dentro de un sueño, de una maravillosa burbuja de amor.

Pasados los años, el tiempo vuela, otro 28 de junio, otro día como hoy, las lágrimas llenan mis ojos, Cristina murió.

Sí, Cristina, hace cinco años, murió; pero ella sigue conmigo, y su vida, mi vida, se mantienen unidas llenas de amor.

Tengo que dar gracias a Dios, Él nos dio, me dio, el regalo infinito que es el amor.




domingo, 26 de junio de 2022

998. COSAS DE VIEJO: DE LAS GOTERAS Y DEL MIEDO

 

Con las goteras, como con todo, cuando te acostumbras a ellas, mientras con poner debajo un cubo para que no llenen de agua el suelo, mejor o peor, te acostumbras a convivir.

Sin embargo, de cuando en cuando, también en verano, caen chuzos de punta y, aunque hagas todos los esfuerzos, no hay manera de evitar la inundación, sientes que es inútil cualquier cosa que hagas, te escondes bajo las sábanas y quedas a expensas de lo que, sea lo que sea, haya de venir.

Pues eso, eso es lo que me ha pasado a lo largo de las casi cuatro semanas en que he vivido el desagradable crecer de alguna de mis goteras y la visita, del todo imprevista, del virus de la pandemia que aún anda por ahí.

No, no he tenido conciencia de haber llegado a “estar fatal”, solo a “estar francamente mal” y “muy preocupado” ante la posibilidad de haber llegado  a la situación de ser incapaz.

Bien es verdad que a lo largo de estas semanas, aunque fuera incapaz de abrir el teléfono, me he sentido muy acompañado, mis hijos, mis hermanos, mis amigos, han hecho que en ningún momento tuviera sensación de soledad o  sintiera miedo, incluso he hablado de mil cosas, casi siempre buenas, con mi mujer, mis padres y mi amigos muertos.

Sin embargo, ¡qué cosas!, cuando en los últimos días he comenzado a sentirme mejor, a través de la radio, he recuperado la visión del tiempo que estamos viviendo, poco a poco, me ha comenzado a invadir el miedo, un auténtico miedo: la guerra, ¡qué estará pasando!, el hambre que amenaza el mundo, la barbarie que se extiende bajo la sombra negra de miles de buitres esperando su momento.

No, me digo, ¡me estoy haciendo viejo!, a pesar de todo es irracional mi miedo; aunque lo peor que pueda ocurrir ocurra, siempre, para quienes nos sucedan será lo mejor; sin esta guerra, sin estas desgracias, serían otras personas y no ellas  las que ocuparían el mundo.

Y, pienso, ¡qué cosas!, en Cornelio Jansenio y el jansenismo  que nos enseñaron, hace mil años,  en el colegio.