La epidemia, entre los políticos nacionales, de títulos
universitarios falsos, descubierta en los últimos meses, me ha hecho recordar,
primero el caso, en mi juventud escandaloso, de un eminente médico que hubo de abandonar el
ejercicio profesional para volver a la Facultar para aprobar “una maría”; y
luego, el sueño, ¡terrible!, que con
frecuencia atormenta, espacialmente en los primeros años de su actividad
profesional, a muchos buenos estudiantes: ¡no he terminado la carrera, suspendí
el Procesal II!; ¡que horror, me falta el Internacional Privado!; y, ¡mira
si descubren que no soy abogado!
Y, me horroriza pensar en esos pobres políticos, que habiendo
mentido sobre su titulación durante años y años viven en la angustia de que
alguien descubra que no son licenciados.
Pues bien, en estos días, nos hemos encontrado con que la
mentira en la propia titulación no es un hecho aislado, que hay no pocos políticos que lo han hecho y, seguramente, hay
más de uno que no puede dormir tranquilo. Incluso, uno de ellos, ¡un prohombre
socialista!, ha intentado suicidarse después de dimitir, avergonzado, por
falsario e idiota.
Y claro, ante el drama del suicidio frustrado del
“compañero”, alguna “promujer” socialista, quizá respondiendo al sentir general
de su partido, de ese partido que encabeza el
doctor Sánchez, ese que lo es porque plagió su tesis doctoral, se ha quejado
del injustificado “acoso” que ha sufrido el muy honesto mentiroso que, en realidad, ha hecho lo mismo, o muy parecido, que su secretario general.
Evidentemente es natural que
la “promujer” se queje de la injusticia, ¡no lo es!, del acoso, a fin de
cuentas, una parte de los políticos de su partido, ¡hay que cuidar a los
nuestros!, aunque fueran, ¡lo siguen siendo!, por vagos o incapaces, ¡de lo peorcito de la
clase!
Y, no, “la culpa” del acoso es de quien ha mentido y se ha
atribuido, a veces durante años, un título que no tenía; y si avergonzado por
haber sido descubierto sufre mucho no es por un injustificado acoso, es porque él
mismo se lo ha buscado.
Claro que, entre los muy bondadosos socialistas, de esos que
están encabezados por un falso doctor, parece que mentir no es algo malo,
que es incluso bueno si lo hacen por un
buen fin, el buen fin de lucir lo buenos y generosos que son los compañeros que
fueron y siguen siendo los “peorcitos de la clase”.
Y, para terminar una realidad; tener un título universitario solo
es importante para quien no lo tiene.