Crecí en la creencia de que España había descubierto América y conquistado un Imperio en el que nunca se ponía el sol; ¡todo maravillas!, los españoles éramos estupendos y quien dijera otra cosa era un ignorante o un mentiroso
Pasados los años, ahora tengo muy claro que gran parte de las creencias de mi niñez y primera juventud estaban basadas en interpretaciones del pasado acordes con las ideologías vigentes en España a mediados del siglo XX, y que poco a poco he venido matizando en unos casos y corrigiendo en otros.
Y,
de entre mis creencias de juventud me referiré a la figura de Fray Bartolomé de
las Casas, el hijo de un encomendero, encomendero él mismo y más tarde fraile
dominico, “Procurador y protector universal de todos los indios” (nombrado por
el cardenal Cisneros), obispo de Chiapas, y autor de la Brevísima relación
de la destrucción de las Indias.
Yo,
en una familia conservadora y educado por los jesuitas, pensaba que ese fraile,
¡dominico tenía que ser!, era un exagerado y que, para colmo con su “libelo”
había dado armas a los enemigos de España y haber hecho crecer la Leyenda
Negra.
Y, la verdad, es que casi me sorprende que haya en estos momentos personas, no pocas amantes de la Hispanidad, que siguen creyendo lo que yo creía con quince años: ¡que malo y que loco era ese Bartolomé de las Casas!
Pues mira, ahora pienso algo diferente: Fray Bartolomé no era un dominico "antiespañol" que actuara fuera del sistema, era un producto genuino de la teología y la jurisprudencia española; la libertad para pensar y defender las propias ideas en el siglo XVI no solo era tolerada, sino que los argumentos que se plateaban eran analizados con seriedad y debatidos, cuando los temas eran importantes, en las más altas esferas del poder; más aún, Fray Bartolomé de las Casas no solo fue un defensor de los indígenas, sino la prueba más clara del carácter ético y autocrítico de la Monarquía Hispánica, un auténtico milagro en la Historia del mundo.
Y, ah, ciertamente, Fray Bartolomé, al escribir su Brevísima relación pudo ser muy, muy exagerado, y los enemigos, sobre todo anglos, aprovecharon la obra para cargar contra el Imperio; pero ¿no sería bueno pensar también en que su caso es un ejemplo claro de la capacidad, asombrosa, de introspección que tenemos los españoles, y en hasta donde pudimos en el pasado, ahora no lo sé, ser capaces de sacrificar en la vida por un deber de conciencia?
Sí, creo que
Fray Bartolomé fue un buen hombre que luchó por la justicia, al modo en que se
hacía en su tiempo, y contribuyó a que nacieran las Leyes Nuevas de 1542; y
creo además que todos los hispanos del mundo deberíamos estar orgullosos de un
pasado en el que el carácter ético de nuestra Monarquía, la sabiduría encarnada
en la Escuela de Salamanca y la libertad en el Imperio para pensar, difundir y defender
las propias ideas, fueron realidad.
Nota: para quienes con rotundidad y para quitar credibilidad a Fray Bartolomé, afirman que, antes de ser fraile ¡fue un encomendero!, quiero recordarles que Pablo de Tarso, perseguidor y látigo de cristianos, se cayó del caballo y se convirtió en San Pablo.



