sábado, 23 de febrero de 2019

792. CANSADO


 
Cansado, muy cansado,  me he sentado en un banco de la calle, son las goteras y los años. Mi perra, muy vieja,  sorda y ciega, está muy quieta, silenciosa, tumbada a mis pies.

Se está bien, aún hay sol de  atardecer  y se lee claro en  los rostros de quienes pasan, despacio o más deprisa, por delante. Levanto lejos la mirada y  veo  nieve, ¿estará también cansada? en el horizonte.

Sordo del todo, he entrado en un cubo de silencio; sé que hay nubes de imágenes pensadas, frente a mí, en la calle. ¿Habrá huellas de pasados amarradas a las baldosas del suelo, a los árboles, a las gentes  o a las casas?

¡Qué bien!, como cuando era joven, por un rato, no siento el cuerpo, ¿me levanto?¡Quieto! ¡Quédate quieto! ¡Descansa!, me digo, necesito fuerzas para llegar, tras ella, al final de mi camino, a casa.

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