miércoles, 20 de mayo de 2020

850. PREOCUPACIÓN…(CORONAVIRUS 37)


Si, contra lo que es normal y  extremadamente poco frecuente, una racha de viento en la barandilla de mi terraza rompe el sólido  cable  que mantiene sujeta mi gran maceta de geranios, esta cae y abajo, ¡qué desgracia!, encuentra, destroza la cabeza  y mata al más antipático de mis vecinos,  que en ese momento pasa bajo mi terraza, es seguro que dentro de unos meses, en el menos malo de los casos pagaré  (yo o mí seguro) una buena  cantidad de dinero a la familia de mi vecino y, es más que posible, que haya de pasar, condenado por homicidio imprudente, en la cárcel una larga temporada.

Por supuesto yo tenía bien amarrada la maceta, el cable era sólido y yo no quería  ver muerto a mí antipático vecino; incluso, al margen de “mi responsabilidad”, me habría ganado un buen motivo para, acaso,  dormir intranquilo, con ásperos  remordimientos, toda la vida.

Pues bien, el homicidio por imprudencia solo se persigue a instancia de parte, es decir, si un marido, una mujer, un hijo o un nieto del fallecido reclama justicia ante un tribunal, es decir, que si nadie de la familia de mi vecino va al juzgado a mi nadie me va a acusar de homicidio.

Y claro, ahora vamos a la situación actual en la que una y otra vez pienso en que hay muchas personas que están muy dolidas, dolidísimas  y, con mucha razón, enrabietadas  por la muerte, infectados por  el coronavirus,  de sus familiares, de hijos,  padres,  madres, abuelos,  abuelas, esposas o esposos.

Y me pregunto:  ¿estamos en la antesala de una nube de juicios contra directores de residencias de mayores, consejeros de sanidad o asuntos sociales, presidentes de comunidades autónomas, ministros, “asesores científicos”? vicepresidentes y presidente del gobierno de España, por  homicidio imprudente?

















Y, para que todo el mundo lo sepa, la condena por uno de esos homicidios puede ser, en España, de hasta cuatro años, pero si fueran cien los muertos, la condena sería de trescientos o cuatrocientos años; una larga temporada y eso aunque luego vinieran “los arreglos” y en unos cuantos, seis, ocho, diez o doce, años, el interfecto o la interfecta, saliesen a la calle…

¡Ah!, pienso que, a pesar de sus cosas, el presidente de los Estados Unidos, el Señor Trump,  tiene razón: ¿se van a ir los chinos de rositas, incluso más ricos y poderosos, después de haber producido, con su coronavirus, cientos de miles de muertos, haber arrasado la economía de casi todo el mundo, arruinado y condenado al hambre y a la pobreza extrema a millones de personas? Pues, esperemos que no.

O, ¿el Doctor Sánchez y el Señor Iglesias, si fueran condenados por homicidio imprudente, desde la cárcel, harán campaña  en pro de la concesión de los Premios Nobel  de Medicina, Economía y de la Paz , al Presidente chino  Xi Jinping? 


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