La muerte del joven senador colombiano
Miguel Uribe Turbay, líder de Centro Democrático, el partido de la oposición y precandidato para las elecciones de 2026, asesinado por, ¡un
sicario!, un niño de quince años, además de causarme un profundo dolor, me ha
hecho recordar no ya el simple adagio qui prodest, a quien
beneficia, tantas veces pronunciado por Cicerón, sino el mucho más duro qui prodest scelus,
is facit, aquel a quien beneficia el crimen es quien lo ha cometido, que
Séneca pone en labios de Medea, en su terrible tragedia de venganza y pasión, cuando acusa a
Jason por el asesinato de Creúsa, que ella misma había cometido.
Y, enseguida, ante mis ojos aparecen los
beneficiarios de este crimen y, horrorizado me pregunto: ¿disfrutarán esos
culpables tantos años de poder como lo
han hecho quienes aprovecharon los asesinatos del 11 de marzo de 2004 en
Madrid?
Nota: la imagen de Séneca que ilustra esta entrada está tomada de Wikipedia, en Internet
1 comentario:
Posiblemente. El mal se ha impuesto. Antes los malvados tenían su merecido. Ahora, se les alaba y condecora. Cuanta víctima para nada! Bueno, para nada no: ellos, se benefician, disfrutan Qué triste tiempo!
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