jueves, 28 de agosto de 2008

185. EN MI ENTIERRO YO QUIERO SER EL MUERTO

Aunque hay personas por el mundo que quieren siempre ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro, yo me conformo con ser el muerto en mi propio entierro.

Se ha puesto de moda que acudan, cada vez que se produce un atentado terrorista con resultado de muerte o un accidente con bastantes o significativos muertos, acuden como moscas a la miel, primero al velatorio, luego al entierro y más tarde al funeral, multitud de políticos que nunca tuvieron relación ni con los muertos ni con sus deudos.

Por supuesto, a esos políticos nunca antes y menos aún en los momentos del duelo, les ha importando un rábano el difunto, su familia, sus amigos o el resto de sus deudos y si van a verlos es, yo lo pienso, para ganar unos votos o, estar presentes, para que la gente les vea en los medios.

Cuando veo esto, me siento, además de muy mal, absolutamente molesto. El protagonista del entierro es, rodeado de los suyos, el muerto.
¿Por qué se empeñan los políticos a quitar al muerto su bien ganado puesto?

Pido a Dios que mi muerte sea en circunstancias que no impulsen a los políticos ir a molestar, con su presencia, a mi mujer, a mis hijos, a mis hermanos a mis sobrinos, a mis nietos, a mis amigos, ni, sobre todo lo demás, venir a quitarme el derecho a disfrutar, por una vez, ser el muerto propio en mi entierro.

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