lunes, 4 de julio de 2011

402. ES MÁS EFICIENTE EL EMPUJE DE LA ILUSIÓN QUE EL SABER DE LA EXPERIENCIA



El pasado viernes 1 de julio mi buen amigo el doctor Felicísimo Valbuena ha publicado en La Voz Libre, http://www.lavozlibre.com/ , con el título Los opositores que han tenido la mala suerte de haber nacido tarde, uinteresante artículo que vale la pena leer y que, por una parte, trata sobre los cambios introducidos por la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid en las oposiciones al cuerpo de Maestros destinados a valorar más los conocimientos de los jóvenes que la experiencia de los veteranos y, por otra parte, a comentar la respuesta del sindicato Comisiones Obreras que han hecho lo que “hacen muchos cuando carecen de ideas: acudir a los Tribunales”

Estando por completo de acuerdo con el profesor Valbuena y, por supuesto, con la consejera de Educación de la Comunidad de Madrid, aprovecho la ocasión para desgranar algunas reflexiones que he ido acumulando en mi experiencia profesional, iniciada en una época en la que la experiencia casi siempre era un mérito mayor que el saber, la ilusión y el esfuerzo.

En primer lugar, y dando por bueno eso que llaman el “enorme saber de la experiencia”, como yo tengo mucha, debo decir, a gritos si hace falta, que la suma del conocimiento más el empuje de la ilusión es, desde siempre, mucho más eficiente que el saber de la experiencia y que quienes niegan esto es porque pretenden conservar privilegios ganados, muchas veces, con malas artes.

En segundo lugar, casi siempre, eso que llaman el “saber de la experiencia”, en realidad suele ser la  magnificación, sin sentido, del valor que se da al simple estar en un lugar durante un lapso de tiempo.

Creo que he perdido la cuenta de las veces que he visto tratar de poner en valor “la experiencia de muchos años” en un puesto o en una función, cuando el contenido real de esa experiencia era el correspondiente a haber hecho lo mismo todos los días o todos los años durante años y años.

Dicho de otra manera, la experiencia de muchos años de una persona en un puesto puede tener el mismo valor que experiencia que tenía la misma persona cuando llevaba un día, una semana, un mes o un año en el puesto.

Cualquiera que haya vivido un poco puede dar fe de la realidad: La ilusión por hacer cosas, innovar, cambiar para mejor, lograr éxitos, conseguir triunfos, o lograr imposibles, es un bien de la sociedad que se concentra especialmente en los jóvenes.

Está a la vista de cualquiera que vea lo que sucede a su alrededor que la capacidad y la fuerza para crear nuevas empresas, para generar nuevas ideas, para lanzar nuevos productos, para inventar nuevos mercados, para ilusionar a las personas y para crear y liderar equipos, está concentrada en jóvenes que tienen ambición de logro, que poseen conocimientos y que los incrementan cuanto pueden, que luchan por conseguir metas inalcanzables y que no consideran imposible vencer los mayores obstáculos.

Esto es tan cierto que, desde hace muchos años, en grandes empresas que sientan en sus consejos a “personas con gran experiencia”, quienes llevan realmente las riendas para lograr el éxito del negocio son personas jóvenes, bien preparadas, con ilusión, capaces de arriesgar y deseosas siempre de conseguir más y más.

Y esto ocurre también en todas las organizaciones. ¿Alguien duda que casi todos los cambios positivos en la gestión de las administraciones públicas, desde hace muchos años, hayan sido impulsados por funcionarios jóvenes? ¿Alguien se atrevería a negar que los militares más exitosos han conseguido sus mayores victorias cuando aún eran jóvenes? ¿Alguien, salvo los líderes sindicales, los liberados de los sindicatos y las personas que no gustan del trabajo, puede negar que el trabajo de los jóvenes supera casi siempre al realizado por sus colegas de mayor edad?
 
Y, si miramos al mundo académico, todos sabemos que el mejor rendimiento es el de los docentes jóvenes y, más aún, se puede añadir que sería de necios no pensar que una parte importantísima del éxito continuado de algunos profesores entrados en años se encuentra en el trabajo, reconocido o no, de sus colaboradores más jóvenes.

Una muestra adicional del absurdo que supone creer que el valor de la experiencia es superior al del saber y la ilusión de los jóvenes es la decadencia continuada y la catástrofe colectiva que supone para algunos países, Cuba es un ejemplo claro, la ineficiente dictadura de ancianos llenos de experiencia que mantiene a su país en la miseria , o el caso de la Iglesia Católica, que cada día más decrépita y milagrosamente aún no muerta, gracias quizá a la labor continuada del Espíritu Santo que da a los jóvenes católicos además de mucha Fe y abundante Caridad, toneladas de ilusionada Esperanza.

Por todo lo anterior y abundando en todo lo anterior, pienso que salvo alguna rarísima excepción, el poder en las organizaciones y las mejores retribuciones deben estar en manos de los jóvenes.

Pero ¿Quiénes son los jóvenes?

Para mí son jóvenes las personas que tienen más corto el pasado que el futuro, las que no piensan en conservar y solo ansían conseguir, las que no temen caerse porque saben todavía lo que es levantarse, las que no se lo saben todo y necesitan aprender, las que cuando están muy cansadas pueden seguir haciendo enormes esfuerzos, las que han dedicado menos años a trabajar que a prepararse, las que tienen manos años que quienes opinamos sobre “los jóvenes” o sobre “ la juventud”

Los mayores decimos que hay jóvenes que son viejos y viejos que, a pesar de sus años, se mantienen jóvenes, pero me temo que esta expresión es tan solo la expresión de una más de las muchas falsas ilusiones que genera el exceso de experiencia.

Y, no me digan que “los jóvenes de ahora no están preparados”, que “los jóvenes de ahora no saben lo que es trabajar”, o que “los jóvenes de ahora son muy cómodos y no quieren arriesgar”. Estas expresiones son, además de falacias de viejos y añoranza de la juventud perdida, una muestra de absoluta estupidez.

2 comentarios:

Antonio dijo...

Hola, J.L.. ¿No crees que te has pasado algunos pueblos?. Siendo raro en tí, asoma un cierto nivel de cabreo. Es cierto que la juventud viene con más ganas de ... algo que aquellos más asentados en sus trabajos y en sus vidas privadas. Es cierto que la obtención de un puesto inamovible (funcionario) entraña un alto riesgo de inmovilismo, pero eso afecta tambien a los jóvenes al cabo de un muy corto espacio de tiempo. Experiencia y especialización son tambien aprendizajes "in situ" muy necesarios para obtención de mejoras e innovaciones y para aplicarlas de forma positiva, Creo que es realmente posible tener mucha "juventud acumulada" y conocemos casos abundantes de retrocesos importantes al faltar esa figura del experto menos joven. No creo que sea cierto ese extremismo juvenil que me parece que en este capítulo abanderas.
Un abrazo. Antonio.

JOSE LUIS MINGO dijo...

Antonio, como me conoces muy bien,
sabes que no se si debo contestarte que en lo que dices tienes muchísima razón o que tan solo es una muestra de que eres,que somos, algo mayores.
Un abrazo