viernes, 13 de diciembre de 2013

516. DE LAS COSAS DE MAJADAHONDA: ¿DESIDIA, IGNORANCIA, PREPOTENCIA DE LOS MUNÍCIPES, NADA DE ESO O ALGO PEOR?

En Majadahonda, la ciudad en la que vivo, hay un parque, el de La Laguna, que continúa, bajando por  el bulevar  de  una Avenida, la del Arzobispo, que se prolonga a través de varios estupendos parques, hasta el  gran espacio de monte bajo que, hoy por hoy  sirve de solaz a los majariegos que gustan de los placeres y rigores del campo.

Pues bien, los políticos municipales han tenido a bien, en estos tiempos de crisis,  mejorar el parque y  el bulevar  que, sin duda alguna,  merecían la corta  inversión de treinta y  tantos millones de pesetas  (lo siento, pero no recuerdo la cifra exacta).

Así, a lo largo de un par de meses, trabajando bien y a la vista de los vecinos y viandantes, operarios diligentes han levantado  suelos, movido tierra, enterrado  conducciones, construido alcorques, colocado bancos de madera, aparatos para disfrute de viejos y niños, puesto farolas, renovado adoquines y losetas, también han plantado césped y han colocado una valla de alambre alrededor de los más de mil  metros que circundan el parque y el bulevar.

Visto desde fuera, al pasar alrededor del parque por una acera estrecha, al lado de los hierros sueltos de la valla que pugnan por dañar los ojos de los niños y las piernas de los adultos, la obra, desde hace ocho días parece terminada y cuando, según dice algún vecino, quienes la hicieron  entregaron en su plazo,  la obra al ayuntamiento.

Claro que las buenas obras, a veces, son una cruz para quienes las impulsan, para quienes las  hacen, para quienes las padecen, para quienes de ellas se benefician y, especialmente, para quienes las pagan.

Así, como las vallas que cierran el parque y el bulevar obligan a los viandantes a subir y bajar la Avenida y rodear el parque por aceras  incómodas, estrechas y empinadas, los vecinos comienzan, algunos a murmurar y otros a protestar: Hace dos o tres días apareció, colgada de la valla, una pancarta, muy bien hecha por cierto, en la que se acusa  los  políticos municipales de malgastar el dinero y se insinúa que son corruptos; evidentemente, la pancarta, ya desaparecida, ha dado y sigue dando,  origen a mil cábalas sobre las razones por las que el bulevar y el parque se mantienen cerrados a pesar de   que parece  que  están ya  terminados.


Y claro, cada vez que veo la obra terminada, tan bonita,  con sus luces encendidas, y las vallas bien puestas,   mientras  con mi perra,  bajamos  y subimos  sorteando obstáculos  por la  acera, pienso y con un conato de mal humor me pregunto si nuestros munícipes no  quitan de una vez las vallas  ¿será por desidia, ignorancia, prepotencia, nada de eso  o algo peor?

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