domingo, 24 de agosto de 2014

538. SE LLAMA CONSTANZA, HA NACIDO AYER Y ES MI NIETA

Ayer, veintitres de agosto de 2014, nació mi nieta Constanza.

Se ha tomado unos días para decidirse a nacer,  probablemente lo ha hecho porque ha vivido desde hace nueve meses en la cálida seguridad del vientre de su madre y,  por saber ya de la vida,  necesitaba  terminar de prepararse  para  afrontar  el apasionante desafío  de ser mujer.

Por fuera se ve que es pequeñita, tiene  la piel entre blanca y rojiza, el  pelo  rubio, mueve con soltura sus brazos y sus pies. Está llena de vida, todavía no abre del todo   los ojos,  respira bien, se agarra  al pecho de su madre y  sabe comer.

Por dentro es un enigma precioso,  el vínculo de  vida,  que  une su cuerpo y su alma  al río de  existencias anteriores,  conforma  en parte su futuro pero deja para ella  la libertad suficiente  para hacer lo que quiera y esto hace, como siempre que nace un niño, que su futuro esté lleno de misterio, de apasionantes misterios.

Y, lo mejor de  todo, Constanza, mi nieta, ella aún  no lo sabe, tiene un inmenso tesoro: el espacio ahora  vacío,  un  lugar pequeño en su cuerpo y en su alma,  que  un día llenará con  amor y  hará de ella un nuevo eslabón en la cadena de la vida.


Felicidades Cristina, felicidades Marcos, felicidades hijos;  sabed que, con mis palabras, hoy prestadas, Constanza os da las gracias por  haberla amado  desde su primer día,  muchísimo antes de que ayer haya nacido.

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