domingo, 15 de mayo de 2016

732. JUDIT Y HOLOFERNES

¡Qué extraña es la imaginación, cómo mezcla  realidades de hoy y recuerdos perdidos en el olvido!

Una nube de ensueño  me arrastra,   primero al libro de Historia Sagrada  que leí en la infancia y luego al  cuadro de Rubens que la recuerda. 

En  ambos  veo a  la bellísima y virtuosa Judit  que, mostrando desnudo su pecho generoso y  mirando,  no sé si a mí o al cielo,  sujeta  con  la mano izquierda la cabeza de Holofernes y,  con  la derecha,  la espada que la ha cortado. 

El rostro maduro de Judit,  su  cabello rubio despeinado  y la cabeza del guerrero asirio,  tornan en las jóvenes facciones,  el pelo moreno y cuidado  de Julia y  en la cabeza cruel, con el puñal clavado, de  su marido muerto.

Las dos mujeres, una  para salvar  a los judíos de  Betulia y la otra  las vidas de los suyos,  han matado usando espadas,   ancha y larga la una, fina y  corta la otra. Las dos han segado vidas, las dos han  matado a un hombre.

Pero  las dos han tenido una muy desigual recompensa, Judit  queda libre,   feliz y  aclamada por  su pueblo;  Julia es vejada y  castigada sin piedad por el suyo.

¿Es de justicia encarcelar a Julia? ¿No deberíamos, en  lugar de castigarla, premiar a Julia por el acto heroico de salvar a los suyos  matando al  monstruo?


Nota:

Para quienes no lo recuerden, Judit es la protagonista del Libro de Judit  que se encuentra  en el Deuteronomio de la Sagrada Biblia.

Julia es una mujer que, en mi imaginación,  para salvar  varias  vidas,  con una espada corta, con una misericordia, mata a su muy cruel  marido

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