lunes, 18 de julio de 2016

738. REFLEXIONES IMPRUDENTES: AUNQUE VERDAD, ACASO SEA MEJOR CALLAR QUE DECIRLO




Cuando ocurren  tragedias que matan a personas y alteran para siempre la vida de sus deudos,  me conmueve el dolor y  siento una  profunda tristeza que se renueva con la llegada de sus aniversarios.

Guerras, atentados  y terremotos, epidemias y  naufragios,  huracanes y maremotos, lluvias torrenciales, lava que surge de los volcanes, homicidios, enfermedades y  accidentes de mil tipos; son fuentes de dolor y de múltiples tragedias que producen  muchas muertes   y cambian  para siempre las vidas de los supervivientes.

Pienso en los muertos,  en los hijos, en los nietos y en todos los descendientes que, por la muerte de aquellos, no han nacido, y  pienso también  en las consecuencias que, hasta el infinito, ha tenido cada una de las tragedias.

Luego, acaso porque pienso, me consuelo: ¡que extraordinarios son los  hijos que ha tenido la viuda de mi amigo muerto con su nuevo amor!, ¡cuántos paraguayos no hubieran nacido si las viudas de los héroes de  la Guerra del Chaco, escondidas en su dolor, no los hubieran tenido! ¡qué  grandes son Juan, Paco, Francis y John,  nietos  de exilados  que encontraron refugio y  amor muy lejos de su tierra!...

Hoy, 18 de julio de 2016, recordando la tragedia que fue la Guerra Civil para España y para los  españoles, siento dolor, un inmenso dolor, pero siento también,  no poco y muy egoísta, consuelo: al igual que muchos españoles de hoy, sin el gran drama, lo sé con certeza,  nuestros padres, sin la guerra, no se hubieran encontrado  y, ni  nosotros ni nuestros hijos, hubiéramos nacido.

¡….es tan grande y tan hermoso el poder de la Vida!


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