viernes, 7 de febrero de 2020

813. ¡QUE VIENE EL LOBO, QUE VIENE EL LOBO!



Esopo, seis o siete siglos antes de Jesucristo,  creó y  situó sus Fábulas en la base de la civilización occidental, de nuestra civilización.



Y, entre esas fábulas, al lado de La cigarra y la hormiga, La gallina de los huevos de oro o la zorra y las uvas, nos regaló una de especial interés y  gran actualidad en  nuestro tiempo: ¡Qué viene el lobo! , fabula que,  aunque  conocida por todos, por haber sido olvidada por algunos, merece la pena recordar.



Por ello,  a partir de lo que recuerdo haber aprendido de labios de mi padre,  hace muchos años, cuando era niño,  ofrezco a mis amigos mi versión de  ¡Qué viene el lobo!



“Erase una vez un pastor que  se llamaba Tomás y, en una loma a la orilla del bosque, cerquita del pueblo cuidaba las ovejas de su familia y de otros vecinos.



Tomás no era mal chico  pero, como estar todo el día  viendo pastar  a las ovejas  para él era  bastante aburrido, se pasaba las horas pensando qué hacer para divertirse un poco.



Así, pensando y pensando,  al fin la mente de Tomás se  iluminó con una idea: mi pueblo está lleno de  tontos,  me voy a reír a mandíbula batiente  con el susto de muerte que voy a darlos  por ser tan tontos.



Inmediatamente Tomás  se subió a una roca  muy grande  que se veía muy bien desde el pueblo y,  agitando los brazos con fuerza, comenzó a gritar ¡auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo!



La gente del pueblo se dio un susto horrible, todos sabían que el lobo era muy peligroso y  que de cuando en cuando  salía del bosque, atacaba los rebaños,  devoraba  alguna oveja y, aunque no muchas, algunas  veces se comía al pastor.  Por ello, todos los hombres y los chicos del pueblo rápidamente se armaron con escopetas, palos  y piedras y corrieron  loma arriba  para auxiliar a Tomás.



Al ver llegar a los vecinos, tan preocupados por él y por las ovejas, partiéndose de risa no dejaba de decir a gritos: Ja, ja, ja, sois  idiotas, os he engañado a todos, ja, ja, ja.


Los vecinos, bastante enfadados, pero contentos porque no hubiera venido el lobo, regresaron al pueblo y dejaron a Tomás para que siguiera cuidando a las ovejas.



Ja, ja, ja, sois idiotas, os he engañado a todos, ja, ja, ja. Ja, ja, ja, sois idiotas, os he engañado a todos, ja, ja, ja.





Pasados unos días, recordando lo bien que lo había pasado haciendo correr a tanta gente para salvar su  vida y la de las ovejas Tomás decidió repetir el evento.



¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo!



Aunque algún viejo  dijo que Tomás era un mentiroso y  no había ningún lobo, casi todos los vecinos  volvieron a coger  escopetas,  palos y piedras y corrieron  para auxiliar a Tomás.






Los vecinos, además de enfadarse mucho con Tomás, se enfadaron consigo mismos por haberse dejado tomar el pelo por un zagal y  volvieron al pueblo a seguir con sus quehaceres.



Pero Tomás lo había pasado tan bien viendo el esfuerzo de sus vecinos y sus caras al ver que  por dos veces seguidas los había engañado que, pasados unos días volvió a repetir su placentera acción.






Aunque casi nadie del pueblo se lo creyó, aún hubo algunos vecinos que, preocupados por las ovejas y por Tomás, con las escopetas, los palos y las piedras en las manos, después de darse la carrera loma arriba, pudieron escuchar de cerca a Tomás que gritaba:



Ja, ja, ja, sois idiotas, otra vez, y es la tercera, que os he engañado, ja, ja, ja. Ja, ja, ja, qué idiotas sois, ja, ja, ja.



No había pasado un día cuando Tomás vio, con horror como hasta él llegaba el lobo, hambriento y feroz.



¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Auxilio, socorro, que no os engaño, que viene de verdad  el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo, que me va a comer el lobo!



¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Auxilio, socorro, que no os engaño, que viene de verdad  el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo, que me va a comer el lobo!



¡Auxilio, socorro, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ayudarme, que viene el lobo, que viene el lobo! ¡Auxilio, socorro, que no os engaño, que viene de verdad  el lobo, que viene el lobo! ¡venid a ….



…y nadie llegó.


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