lunes, 22 de septiembre de 2008

192. ÁLVARO DE TORO MORENO

Hoy, lunes 22 de septiembre, a los 82 años, en su casa de Torrelodones, D. Álvaro de Toro Moreno ha muerto


Álvaro ha sido un hombre extraordinario. Ha sido un hijo, hermano, esposo, padre, abuelo y amigo, que se ha ganado en la vida el derecho a permanecer en el recuerdo de cuantos le hemos conocido.


Explicar quién era Álvaro o hacer una semblanza que le pudiera hacer justicia requeriría muchas páginas plenas de loas a su capacidad profesional, a su humanidad y a su espíritu religioso, pero se puede prescindir de ellas, con tan solo dos anécdotas se puede mostrar y explicar su inmenso genio y su extraordinaria personalidad.


La primera en Quito. El penúltimo de su estancia en Ecuador, acudió con su esposa a un mercadillo de artesanía local y en uno de los puestos hicieron varias compras. Muchas horas más tarde, al buscar los billetes para comprobar la hora de salida del vuelo, se dio cuenta que su cartera, con los pasajes, pasaportes, tarjetas y varios miles de dólares, había desaparecido. Puesto a pensar, por supuesto sin angustia alguna, recordó que todo se había quedado en el mercadillo. Contra el pesimismo de todos, en plena noche y sabiendo que el puesto estaba cerrado, tomo el camino y llegó a la plaza. El vendedor de la mañana le estaba esperando porque, le dijo, estaba seguro de que el señor volvería a recoger sus cosas. Álvaro abrió la cartera, saco todo el dinero y, con las gracias primero, le entregó, por honrado, absolutamente todo el dinero.

La segunda en Madrid, hace no mucho tiempo. Un amigo en el que durante muchos años había confiado, se comporto mal, bastante mal, muy mal digamos, con una persona muy próxima a Álvaro. Al enterarse del hecho, inmediatamente, sin pensarlo dos veces, corrió a verle y le dijo en la cara, más o menos estas palabras, “eres un sinvergüenza, yo te consideraba mi amigo y has demostrado que no lo eres. Sábete que pensaré en ti todos los días. Antes de acostarme, después de rezar por mis amigos, nunca olvido pedir a Dios por mis enemigos”.


Estoy seguro que su bondad y la inmensa fe que ha tenido en su vida, hoy han sido las llaves que, con absoluta certeza, le han abierto las puertas, para estar con Dios y los Santos, de la otra Vida.

1 comentario:

Aitor, Ana, Jesús, Marta y Victor dijo...

Yo conocí a Don Alvaro en los últimos años de su vida y puedo decir que era cariñoso, bondadoso y entrañable.Fué un ejemplo para toda la gente que le rodeo en sus últimos días, siempre estará en mi corazón.