A partir de enero la esperanza de que la mejora de la economía española estuviese próxima se ha ido apagando, muy deprisa, y, en las últimas semanas, se percibe una angustiada sensación de desánimo que se extiende, cada vez más deprisa, en la sociedad.
Parece que miedo está ganando cada día más espacio en el ánimo de las personas y que a la incertidumbre de hace unos meses se ha unido el desánimo y la impotencia ante una realidad terrible que solo parece empeorar.
Mi opinión es que no importa de quién es la culpa, da lo mismo, es inútil gastar tiempo culpando a uno mismo o a los demás, solo sirve para añadir más incertidumbre, generar más desánimo y hacer del miedo algo aún peor.
Creo que no importa lo que haga o deje de hacer este u otro gobierno, no importa lo que hagan o dejen de hacer estos o esos los políticos, no importa lo que hagan o dejen de hacer los demás, aunque lo hagan bien, la situación es tan difícil que nadie, aunque quiera hacerlo, puede salvar de sufrir desgracias a las personas concretas y a la sociedad.
Por ello, como nadie nos puede ayudar, en medio de la incertidumbre, llenos de miedo, aunque nos cueste mucho, antes de caer en la impotencia de la desesperación. hemos de buscar y encontrar, cada uno de nosotros, la solución concreta para la propia necesidad.
Estamos en una época en la que es absurdo, por inútil, buscar salidas que sirvan a todos, cada uno ha de concretar su situación, ponerse en lo peor, pensar, elegir un camino y no dejar de trabajar.
¿Caminos? Cada uno ha de pensar el suyo, van desde no hacer nada hasta emigrar, pero sabiendo que lo que cada cual elija es su propia decisión y su propia responsabilidad.
¡Ah!, y me niego a aceptar las palabras de Hécuba, ante el cuerpo muerto de Astianacte, entre las ruinas de Troya, cuando grita: “Estúpido es el mortal que, prosperando, cree que su vida tiene sólidos apoyos; pues el curso de nuestra fortuna es el saltar atolondrado del demente, y nunca nadie es feliz para siempre”.
Eurípides, diciendo algo que es cierto, omite la parte más importante de la verdad: La vida es el camino, que cada persona va construyendo y que ofrece a cada cuál el resultado, bueno o malo, grande o pequeño, feo o muy hermoso, de lo que antes se ha preparado. Es decir, la vida, aunque tiene grandes riesgos, está llena de posibilidades al alcance de quienes son capaces de soñarlas y trabajar para hacerlas realidad
Hoy, en la época que vivimos, dar por bueno el fatalismo de Hécuba es el peor mal, por aceptarlo, que el destino, a cada uno, nos puede regalar
No hay comentarios:
Publicar un comentario