miércoles, 22 de junio de 2011

400. EL MOVIMIENTO DE LOS INDIGNADOS COMO OPORTUNIDAD PARA LOS PARTIDOS POLÍTICOS



Que los ciudadanos, en España y en Europa, están indignados con los políticos y con los partidos políticos es absolutamente indiscutible.

El movimiento de los Indignados de la Puerta del Sol ha puesto de manifiesto que el descrédito de los políticos y de los partidos políticos no solo se produce entre los miles de personas que acampan y se manifiestan en Madrid, Barcelona y en cientos de ciudades y pueblos de toda España, sino que es compartido por millones de españoles que han votado en las elecciones del mes de mayo al Partido Popular, al PSOE, a otras opciones políticas y, ciertamente a quienes no han votado.

Los partidos, todos, al mismo tiempo que dicen compartir la preocupación de los ciudadanos en algunas de sus reivindicaciones, no dejan de repetir y repetir, con unas u otras palabras, que “la inmensa mayoría de los políticos son muy honestos y que trabajan mucho al servicio de los ciudadanos” y que “la democracia se manifiesta en el voto”, y que “el sistema democrático implica que los partidos asuman en exclusiva la representación de los ciudadanos” y, en suma, que los partidos son muy buenos y los políticos gente estupenda.

La verdad es que los ciudadanos no nos creemos absolutamente nada de los que nos dice los políticos. Votemos a quien votemos, no nos creemos ni una palabra de los candidatos a los que no votamos y apenas nada de aquellos a los que hemos votado.

No creer a Zapatero a Rubalcaba o a Lara es lo común en los ciudadanos que votan derecha y también en los que votan izquierda. No creer una palabra de lo que dicen Rajoy, Camps o Trillo es lo normal en quienes votan a los partidos de la izquierda y también en los que votan a la derecha. No creer a nadie, por supuesto, es universal en quienes ya no votan.

Ahora, por si acaso y muertos de miedo, todos los partidos tratan de acercarse de una u otra manera a los indignados. Lo hacen, por la izquierda, Rubalcaba, Lara y Rosa Diez que buscan sus votos y por la derecha, hasta D.ª Esperanza Aguirre, que es lista, proclama cambios para hacer realidad algunas propuestas de esos “abusones” que acampan, sin permiso o con el permiso de Rubalcaba, en la Puerta del Sol.

Pero todo lo anterior son solo reflexiones que escribo para justificar donde veo y cómo veo en el momento actual una gran oportunidad para los partidos políticos. Se trata que poner en marcha y dinamizar desde los partidos acciones y programas de comunicación y participación política con los ciudadanos que lo están demandando "con el grito silencioso" o ponienvo verdes a los políticos cuando les ven en la televisión en las salas de estar de sus casas o cuiando comentan entre ellos  en las  largas horas que derrochan en las colas del paro.

Se trata de lograr y mantener una buena comunicación con los ciudadanos, individual y personalizada, con todos los ciudadanos, ya que sin esta comunicación el descrédito de los partidos será inexorablemente cada vez mayor.

La auténtica comunicación es la que tiene una doble dirección, desde el partido hacia los ciudadanos y desde estos hacia el partido.

La vía principal de comunicación desde el Partido hacia los ciudadanos actualmente son los Medios de Comunicación. Esta vía, aunque vital, esta comprobado que no asegura comunicación eficiente con las personas concretas, tanto por fluir en situación de competencia con la emitida por otros partidos, como porque los medios matizan la información desde sus propios posicionamientos.

La vía para recibir información desde la sociedad es, para los partidos, la realización de estudios de opinión. Esta información, si bien es muy valiosa, siempre es insuficiente.

El mejor canal de comunicación entre un partido y los ciudadanos es el contacto personal que existe entre los miembros del partido y los ciudadanos concretos. Este contacto multiplica y matiza el valor de lo publicado en la prensa, emitido en televisión y radio, sostenido en Internet.

La oportunidad para los partidos políticos huy se centra en crear y mantener redes de comunicación, integrada por miembros del partido, altamente motivados y técnicamente capaces, para: Hacer llegar a los ciudadanos, mediante el contacto personal, información cualificada, amplia y veraz sobre el Partido, sus realizaciones y proyectos, y por otro lado, para recoger de estos sus inquietudes, demandas y opiniones, para la gestión política, en el ámbito local, autonómico y, en su caso, nacional.

Abundando en la idea, se trataría de:

 Fortalecer la presencia y la integración del Partido en el entorno social, generando fidelidad y captando nuevas voluntades.

 Asegurar que los ciudadanos reciben información veraz y completa de los logros, proyectos, acciones y oportunidades de la realidad del Partido y de sus actuaciones.

 Obtener información real, rápida y efectiva sobre las actitudes, posicionamientos, necesidades y expectativas de los ciudadanos. Información apta para facilitar la toma de decisiones en la gestión política.

 Motivar a los afiliados en su relación con el partido, ofreciendo a estos participar en una actividad importante para el Partido y útil, para muchos de ellos, en su progreso personal e incluso profesional.

 Captar nuevos afiliados para el Partido.

¿Esto se puede hacer? No tengo  ninguna  duda. Pero de que los políticos quieran hacerlo, tengo muchísimas dudas, tantas que estoy seguro de que seguirán, pensando que "todo lo que yo hago lo hago muy bien", sin hacer nada.

Creo que el partido al que normalmente doy mi voto no hará ni caso de cuanto he escrito en esta entrada. La razón es obvia, no lo necesita, está lleno de políticos, de personas muy listas, muy guapas, muy trabajadoras, muy estudiadas, muy honestas, muy sabias, con enorme experiencia en la vida profesional, que conocen la realidad de los ciudadanos y que, por supuesto, saben de todo infinitamente más que los ignorantes y estúpidos ciudadanos que les votamos.

Por supuesto los partidos a los que no doy mi voto también están llenos de políticos maravillosos, capaces y entregados al bien común y que por su talante y maravillosa capacidad de comunicación, tampoco necesitan de los ciudadanos nada más que estos les den sus votos.


 

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