sábado, 26 de mayo de 2012

457. VISITA A HUERTA DE PIEDRA



Dentro del triángulo que marcan Madrigal de la Vera, Candeleda y Ventas de San Julián, al pie de la Sierra  de Gredos,  en tierras de  Toledo,  en la dehesa, entre encinas centenarias, pastan  pacíficas las vacas, trotan alegres los caballos,  se dejan ver algunas  liebres y, como en pocos lugares ,  se escucha el silencio y  se respira paz.

Entre  el sol y sombra de la casa nueva  de  Huerta de Piedra,  hablan unos viejos,  compañeros de colegio,  y sus palabras cruzadas  entre el hoy y los recuerdos hacen  que sus  ojos gastados retomen antiguos brillos y que  los  cabellos blancos de estos hombres  se tiñan del  negro, castaño y rubio que tenían  cuando eran niños.

Los viejos que sabiendo mucho  hoy lucen todo y presumen nada,  son  niños que solo juegan a estar  con sus amiguitos. Los caminos que han recorrido y  los futuros que no comparten, como siempre que se reúnen, hoy, en la paz de Huerta de Piedra, no existen, Hoy los rostros no tienen arrugas,  los cuerpos no pesan y las almas no tienen historia, el grupo de viejos es un grupo de niños.

El lenguaje culto, las palabras medidas, las ideas limpias y  las expresiones serenas de estos viejos llenan el aíre de vivencias perdidas, de dolores y alegrías olvidadas, de lágrimas comidas,  osadas travesuras y muchas risas contenidas.

Bajo la mirada buena de Pablo y la  atención generosa  de Mercedes, como siempre, las horas pasan  y la estancia  de hoy en  Huerta de Piedra, se hace pasado y ha llenado con un nuevo y hermoso recuerdo la memoria vieja de quienes fuimos y seguimos siendo,  amiguitos del colegio.

Gracias Pablo, gracias Mercedes. Muchas gracias amiguitos todos.

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