viernes, 16 de enero de 2015

661. EL UNDÉCIMO MANDAMIENTO ES NO MOLESTAR

Cuándo se producen grandes desgracias no dejo de pensar que en el origen de todas ellas está el quebrantamiento, por unos u otros, de alguno de los Mandamientos de la Ley de Dios: el odio entre hermanos, el desprecio de los padres,  el deseo de la mujer  o el marido del próximo, la codicia de los bienes ajenos,  la mentira,  el falso testimonio o la muerte del otro.


Y, siempre pienso que, sin lugar a dudas,  los Mandamientos que Dios dio  a Moisés son  el sostén y están en la base de la convivencia de cuántos somos hijos de la cultura judeocristiana y, entiendo  que sin ellos, tan razonables y lógicos para nosotros,  el mundo no   hubiera dejado de ser una jungla ni hubiera   avanzado hasta llegar a lo que es hoy en convivencia y libertad.

Sin embargo y aunque los Diez  Mandamientos  están en nuestra cultura,  son conocidos y  recitados una y otra vez  cada día por millones de personas, cristianos y judíos de todo el mundo, rara vez nos detenemos a pensar que todos ellos tienen algo en común,  son reglas para evitar que las personas se hagan daño unas a otras y que, curiosamente, responden a un mismo mandato: “no molestaros los unos a los otros”.

Los asesinatos, muchos y constantes de cristianos y musulmanes no radicales, sobre todo en países de religión islámica y,  de cuándo en cuándo,  en nuestro civilizado occidente,  a manos de fanáticos yihaidistas, evidentemente nos espantan, responden a la infame  locura de gentes que no solo tratan de molestar sino  que quebrantan el quinto  mandamiento,  No Matar,   y, como es inevitable, producen miedo, odio, deseos de venganza y siempre más mortandad.

Ciertamente me parece horroroso  el islamismo radical y no tengo ninguna duda de que, con sus asesinatos,  nos  ha declarado una guerra terrible en  la que para que no nos maten a todos no tenemos más remedio que afrontar y luchar en ella hasta terminar con la amenaza que es para nuestra sociedad.

Entiendo también que la libertad de prensa es un derecho fundamental  que es imprescindible  proteger y respetar, y que  los asesinatos de París en la redacción de Charlie Hebdo han sido  crímenes  espantosos que no se pueden de ninguna manera tolerar, perdonar ni, evidentemente, disculpar.

Ahora bien, una vez más, me pregunto si, aparte de molestar, ¿gana algo la suegra cuando recuerda a la nuera que se está haciendo vieja y no se consigue embarazar?, ¿gana algo el niño cuando se ríe de otro niño porque esta gordo y corre mal?, ¿gana algo el jefe  cuándo recuerda al subordinado que es feo y vulgar?, ¿gana algo el periodista que revela de alguien un secreto que solo importa a un pequeño  entorno familiar?


Y, me pregunto si está bien o muy mal que,  aunque  es y debe seguir siendo legal,  haya gente que publique imágenes  blasfemas  de símbolos sagrados para judíos y cristianos o caricaturas del Profeta del Islám  con el único fin de molestar…

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