jueves, 29 de enero de 2015

663. INSULTOS QUE USA “UN ANTIGUO” AL QUE DESAGRADA LA MALA EDUCACIÓN

Pues sí, me desagradan las palabrotas, me irrita lo soez,  me crispan  las blasfemias y me resisto a cuanto es  mala educación.

 

Decididamente soy “un antiguo” y,  sé que para no dejar mal a mi familia y a mis amigos, debería estar siempre  “muy calladito”; sin embargo, aunque acaso con razón, y  algunos me tilden de  ridículo, otros de rémora y haya quien  diga que soy un zote, entiendo que estoy en mi derecho, a decir y escribir que no entiendo que haya a quién agraden, porque a mí me crispan, las personas que disfrutan usando  palabras de mala educación.

 

Y, porque soy “un antiguo”, apago  o cambio el  canal  de la radio o la televisión, me salgo del cine o me marcho de donde esté cuando aparecen los primeros signos de mala educación. No resisto  las conversaciones a gritos entre jovencitas que, para resaltar que “se sienten en confianza”, se nombran unas a otras “puta cabrona”  y, si se quieren molestar, mientras se les pone la boca negra, añaden los repugnantes despectivos “vieja” y “fea”; y me da la peor de las  denteras si escucho a los muchachos llamarse unos a otros eso de “puto maricón”, en lugar de un educado “bobo resbalón”.

 

Es difícil, lo reconozco, ser “un antiguo” y tener vida de relación más allá de la puerta de mi casa,  de la pantalla apagada de mi ordenador o de la tranquila conversación que se disfruta al estar con personas de buena educación.

 

En cualquier caso, y para quien no lo sepa, diré que cuando me altero mucho,  porque  soy “un antiguo” y me irrita la mala educación, si alguien me altera,   pueden salir de mi boca  palabras  que sin ser soeces, son insultos   peores que los que ahora están al  uso, por ejemplo: bastardo, bellaco, borrico, cabestro, calamidad, cenutrio, ceporro, cretino, energúmeno, gandúl,  lerdo, majadero, mentecato, patán, pelele, piernas, sonso, tonto,  tunante,  zángano,  e incluso asaltacunas, barragana o pichón.

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