domingo, 31 de mayo de 2015

691. ESTÁ FELIZ, HAN PEDIDO SU MANO Y SE VAN A CASAR


Ayer tuve la fortuna y el honor de asistir a la petición de mano de Mónica, la novia de mi sobrino Álvaro.

Fue tan hermosa la fiesta, había tanta emoción y  tanto amor en ella que  me resisto a callar y no compartir  el placer de haber estado junto a ellos en este  día que  siempre estará en sus memorias  y nunca se borrará de mis recuerdos.

Ella, Mónica,  estaba  feliz. Lo digo porque lo sé, lo vi  en su rostro y lo  sentí  en  su corazón.  Álvaro  formalmente  pidió su mano y, está decidido, dentro de cinco semanas, se van a casar.

A las ocho de la tarde, puntuales, casi en hilera, dos, cuatro, seis, hasta el último invitado cruzamos  la cancela para recibir la bienvenida, de tres bellas damas. Las tres,  llenas de encanto, estaban rodeadas de  preciosas flores y plantas;  lucían amplias sonrisas, vestidos largos y  tacones bien altos;  una  ¡qué mirada!, era  la madre;  otra,  impresionante, era la hermana;  y, la tercera, ella, desplegando  amor, preciosa,  era Mónica, era  la novia.

La casa  impecable, todo en su sitio y muchas flores, abierta al  jardín, adornado de primavera, en el que cuando entramos,   los invitados fuimos  recibidos por una  abuela  joven  y las tías y tíos que, esa  tarde de mayo fueron  testigos  del acontecimiento familiar.
Saludos, fotografías, refrescos, vinos, aperitivos, conversaciones.  No se sentaba  nadie, todo el mundo estaba   de pié,  era  como el  prólogo, el  tiempo de espera imprescindible  para dar   solemnidad del acto.

En un instante,  brilló fuerte  la luna y  las diecisiete personas, las más próximas de sus familias,  formaron  un  círculo con los novios en el centro. Luego,  Mónica y Álvaro,  emocionados, pronunciaron  palabras llenas de  amor e   intercambiaron,  un precioso anillo y un buen reloj.

Otros regalos entrañables,  el cariño de todos,  refrescos, conversaciones, vinos, bandejas y  bandejas con mil  delicadezas, bebidas largas, alguna rara cerveza.  Llegada la noche, las luces añadieron  magia al jardín, los novios y sus hermanos  hablaron  soñando  futuros felices y los mayores, padres y tíos, añorando ausencias y compartiendo recuerdos, miraron mucho  a los novios y, conversando entre ellos,  pidieron  al cielo, para Mónica y Álvaro,  que gocen su  amor y que éste sea  eterno.

Muchas gracias Mónica, muchas gracias Álvaro por habernos  invitado a   compartir vuestra preciosa fiesta de amor.

1 comentario:

Ana dijo...

José Luis, que preciosidad, da gusto tener invitados como tú. Muchas gracias por tus palabras llenas de cariño. Estamos deseando volver a reunirnos en la boda. Un beso muy fuerte