miércoles, 18 de noviembre de 2015

706. ESTAMOS EN GUERRA: DEL AMBIENTE BÉLICO, ELLOS Y NOSOTROS

Como consecuencia de los atentados del día 13 en París y de sus trágicas secuelas  corren  entren los ciudadanos europeos vientos de guerra.

Todos nosotros hemos recibido, casi sin sorpresa, de boca de nuestras autoridades, la noticia de que estamos en guerra y que somos el blanco potencial de nuevos y próximos ataques  del yihadismo  islámico.

Hemos tenido noticia de los ataques de aviones franceses y rusos a posiciones militares del IS en Siria y, nosotros,  las hemos dado por buenas casi por unanimidad.

Ayer, las reacciones entre los  ciudadanos  europeos ante la supresión de los partidos de fútbol programados en  Alemania y en Bélgica y el ambiente vivido en el celebrado de Londres entre las selecciones de Francia e Inglaterra han estado cargadas de emoción y hoy, en parte,  nos ha asustado y en parte tranquilizado  la noticia de que las  acciones de la policía francesa para  localizar y detener a otros terroristas, aunque con muertos, han tenido éxito.

Además,  las duras palabras  de los políticos y  el pensamiento de los ciudadanos,  que se reflejan en los medios de comunicación y que cada uno de nosotros palpa en las calles y en los hogares, muestran una idea dominante: ellos  son monstruos y hay que destruirlos antes de que ellos lo hagan con nosotros.

Claro que, al mismo tiempo, estamos viendo y sintiendo también  la preocupación y el miedo entre la población musulmana que vive entre nosotros y que se siente observada y, acaso,  amenazada, por  las posibles reacciones de sus vecinos.

Es evidente, por otra parte, que los musulmanes que viven en Europa, salvo una muy pequeña minoría, que comprende, justifica o apoya la guerra santa  o la sharía y protege a los terroristas, son gentes pacíficas que detestan la violencia  de igual forma o más aún  que el resto de sus conciudadanos.

Sin embargo, en este ambiente casi de emoción bélica, pienso que aún apoyando la guerra, tengamos presente que nada se puede  ganar  y se perderá  mucho si, entre todos, no conseguimos controlare las emociones y evitamos nuestra propia radicalización y la de la mayoría de los musulmanes que viven entre nosotros y que, por ahora, son “nosotros”.

No es sencillo, pero, ¿queremos ver en Europa, al igual que los hubo en Estados Unidos en los años 40 para encerrar en ellos a ciudadanos norteamericanos siendo del todo inocentes y solo porque habían nacido en Japón, campos de concentración, ahora para meter en ellos a españoles, franceses, belgas u holandeses solo porque rezan a Alá?

¿Queremos cambiar  nuestro espíritu de tolerancia y libertad para vivir en el   fanatismo más radical?

Si es así solo tenemos que  aplicar, todas seguidas, unas pocas ideas cuyas semillas ya están sembradas en nuestro cerebro:

·  Yo soy español, francés, europeo, cristiano, honesto y ciudadano (yo soy español, francés, europeo, musulmán, honesto y ciudadano)  y ellos son distintos, son musulmanes, deshonestos, desagradecidos  y traidores (ellos son cristianos, deshonestos, injustos y traidores). En suma, nosotros somos una cosa y ellos otra.

·   Ante un nuevo atentado, ante una redada policial, ante una mala palabra, surge en nuestro pensamiento, día a día con mayor fuerza, una idea: todos ellos son iguales.

·       Ellos, todos ellos son iguales y  nos están atacando, nos están persiguiendo, en realidad  ellos nos están matando.

·     Nosotros, que sufrimos lo que ellos nos hacen somos buenos y ellos son malos, nosotros somos santos y ellos demonios.

·   Hemos sufrido y seguimos sufriendo tanto que no podemos aguantarlo, tenemos que defendernos, tenemos que vengarnos.

·      Y claro, la venganza se hace matando…


Sí, estamos en guerra en ambiente se hace  bélico, pero ¡cuidado!, no  olvidemos que somos europeos, que  somos  justos, que somos humanos  y no podemos permitirnos que entre nosotros crezca el fanatismo y el ansía de matarnos.

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