sábado, 14 de noviembre de 2015

705. ATENTADOS EN PARÍS: SÍ, NOSOTROS ESTAMOS EN GUERRA, PERO ¿QUIÉNES SOMOS NOSOTROS Y CONTRA QUIÉN ES LA GUERRA?

Ayer, 13 de noviembre, con seis atentados, el Estado Islámico, mató  al menos a 127 personas e hirió a más de 300; muchos de los heridos pasarán a engrosar la lista de los  muertos y muchas otras no se recuperarán nunca de las secuelas de las heridas. Además, con estos atentados,  se ha impedido venir a la vida, se ha matado, al inmenso  cúmulo personas que hubieran nacido si sus padres, ayer vivos,  no hubieran muerto.

Además, varios miles de personas  sufrirán durante años la ausencia de los muertos y las consecuencias de todo tipo que padecerán sus familiares heridos.

Millones de personas en Francia y en toda Europa permanecen hoy encerradas en sus casas horrorizadas por lo sucedido  y atemorizadas ante la posibilidad de sufrir represalias de  las autoridades  o, lo que es peor, de sus vecinos, por profesar la religión de Mahoma o, aunque no siendo  creyentes, han  nacido, ellos o sus padres, en la religión del Profeta.

Los atentados fueron cometidos por ocho hombres, al parecer franceses, terroristas suicidas, fanáticos yihaidistas, que sacrificado sus vidas (a cambio del Cielo),  han dado una victoria al Estado Islámico en su guerra contra Occidente. 

El Presidente Hollande, horrorizado, como todo el mundo,  por los atentados de ayer, ha dicho que “los atentados son un acto de guerra”, lo que en román paladino quiere decir que estamos en guerra.

Creo que todos los gobernantes de occidente y la mayor parte de los de oriente, incluidos los de países en que la religión de sus pueblos es el Islam, hoy han mostrado su espanto, han hablado en contra de los atentados, han afirmado que estamos en  guerra contra el IS y el islamismo radical y  que hay que luchar para vencer al terrorismo.

Yo, como la casi totalidad de los ciudadanos europeos y de la mayor parte de los ciudadanos del  mundo, ahora  me pongo a pensar y me digo: sí, estamos en guerra,  pero,  ¿quiénes estamos en guerra y contra quién es la guerra?

La respuesta no es sencilla, como en todos los temas complejos y especialmente en los dolorosas, las personas, para defendernos y sobre todo para tener un mínimo de seguridad, necesitamos saber quiénes somos nosotros y a quién tenemos enfrente, por ello nos agarramos apasionadamente al color blanco o al negro, sin tener en cuenta que la realidad está llena, como en este caso, de muchos  grises.

Trataré de expresar  mi pensamiento:


¿QUIENES SOMOS NOSOTROS?

Está claro que nosotros somos los españoles, los franceses, el resto de los europeos, los norteamericanos y acaso casi todos los ciudadanos de los  países occidentales. Pero ¿somos nosotros todos los españoles, todos los franceses,  todos los europeos y todos los occidentales?  La respuesta es obvia: hay españoles, franceses y otros occidentales que no son nosotros, que son o están con el enemigo.

Pero, debemos tener claro que si hay  franceses, españoles o norteamericanos que no son nosotros, no lo  son porque sean cristianos, judíos, musulmanes o ateos,  o porque hayan nacido en familias de una u otra religión, es porque  se han convertido e  incorporado a una secta islámica que ha hecho una particular interpretación de la Sharía (Ley Islámica) y de Jihad (Guerra Santa), su razón de ser y su motor de vida. Y debemos tener muy claro que solo  es una pequeña minoría de quienes, viviendo en occidente y  profesando  la religión musulmana la que se ha convertido en fanática  creyente del Islamismo Radical.

Y, ¿acaso no somos nosotros, los martirizados y arruinados por los atentados yihaidistas, egipcios, tunecinos, marroquíes, argelinos, sirios, turcos,  nigerianos, Iraquíes, agfanos  y los ciudadanos de  otros muchos países en los que la religión islámica es la profesada por la mayor parte de sus habitantes?

Por otro lado, está claro que los gobiernos de casi todos los países occidentales y de muchos de los países de religión islámica están con nosotros, somos nosotros, pero ¿están con nosotros o somos nosotros, los gobiernos que construyen y mantienen en occidente mezquitas en las que se enseña la Sharía y la obligación de la Jihad, o apoyan, más o menos a la vista del mundo, a los talibanes agfanos, a los fundamentalistas del IS, o a los bárbaros asesinos de cristianos en Nigeria?

En consecuencia con lo anterior, clarificar quienes somos nosotros es la primera de nuestras necesidades, de no hacerlo podemos confundirnos y expulsar de nuestro lado a quienes son nosotros, a quienes  están con nosotros, creándonos nuevos enemigos, o confiar en gobiernos o en gentes que aparentando amistad  son también  enemigos que esperan agazapados el momento de matarnos.

Porque no lo tenemos claro, en toda Europa crece la animadversión frente al inmigrante (especialísimamente frente al de religión o cultura islámica): el principal partido holandés  es anti inmigrantes; en Francia, el partido de Le Pen sigue creciendo; Hungría y  Austria cierran sus fronteras a los refugiados; en Suiza, Italia, Croacia y Alemania crece la repulsa contra quienes son, o consideramos, distintos. Por supuesto, en España, es cada vez más frecuente escuchar a la gente del pueblo hablar, con temor oculto y siempre despectivamente,  de “las faldones” o “las pañuelos”, de sus abusos y su prepotencia.

Es evidente que hoy, como siempre que hay un atentado en occidente, los inmigrantes extranjeros de religión islámica y sus hijos españoles o franceses, sufren en sus carnes el  miedo a las consecuencias que pueden tener para ellos los atentados de los fanáticos que rezan, al igual que ellos, a Ala y aman a su Profeta. Y, por supuesto, el miedo es muy malo para mantener el sentido común y no empezar a pensar que acaso tengan razón los que hacen  barbaridades.

Y ¿CONTRA QUIÉN ES LA GUERRA?

Parece evidente que la guerra es contra el IS, contra Al Qaeda, contra los talibanes y contra quienes forman parte de sus huestes allá donde se encuentren.

Ahora bien, el IS, Al Qaeda,  los talibanes o sus  huestes,  son nombres, son colectivos, y hay que tener en cuenta que los colectivos no matan, matan los hombres y las mujeres, incluso los niños pueden matar, son seres humanos quienes han de empuñar el fusil, explotar la bomba o apretar el botón para  enviar el misil. Y, en esta guerra el gran problema es que, salvo excepciones, los combatientes yihaidistas, nuestros enemigos, se esconden entre nosotros, en Cairo, en Rabat, en Kabul, en  París, en Londres, en Barcelona, en Ceuta o en Madrid, en Talayuela o en cualquier lugar de occidente.

Nuestra guerra es contra los combatientes que atentan o pueden atentar contra nosotros en su guerra santa y ciertamente, cuando los enemigos se esconden entre  gente que por razón de familia, amistad, admiración, religión, afecto  o, esto es importantísimo, miedo, es muy difícil, casi imposible encontrarlos antes de que ataquen y,  más a más,  como son fanáticos que se suicidan  cuando actúan, no es posible hacerles delatar a  quienes están con ellos.

Por ello, solo hay dos opciones para descubrir y eliminar al enemigo: conseguir que no puedan ocultarse entre la gente (porque esa gente los expulsa  y delata),  o impedir que haya gente que los oculte. Esto nos lleva a optar por uno entre uno de los dos  caminos: comprender y ayudar, porque son nosotros, a los inmigrantes de primera y segunda generación para que sean y se sientan “nosotros”, o recurrir a la solución que puso en práctica en España, en 1613, el Rey Felipe III.


La verdad es que no me gustaría ver en Europa el drama de una nueva  y terrible expulsión de los moriscos.

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