viernes, 20 de noviembre de 2015

707. LO SABIO ES CUIDAR AL ABUELO

Desde mucho antes de tener hijos sabía, porque mi padre me lo había explicado, que el embarazo y el parto de las  hijas es una experiencia peor que dolorosa.

Es evidente que quien más sufre y más goza es la embarazada y que, para el padre de la criatura,  el tiempo de gestación y el parto los es también de alegría y  de preocupación. 

Además,  mientras las cosas son normales, el padre de la criatura, por estar muy próximo al proceso, está al tanto de cuanto sucede, está con la madre, al final  pasa un rato malo y con la satisfacción de tener al hijo  olvida  el mal trago.

Pues bien, cada vez que una de mis hijas, siempre con alegría, me ha anunciado su embarazo, desde el primer momento  y hasta que termina el parto,  recuerdo todos los días a mi padre y  me paso los nueve  meses lleno de espanto.

Por ello, cuando un amigo me anuncia que va a ser abuelo yo, si le aprecio, pregunto: ¿es de tu hijo? Si me contesta que la futura madre es su nuera  me alegro mucho y le felicito por el  éxito que supone, estos tiempos, tener un nieto; pero si quien está embarazada es la hija, mientras  le felicito, procuro no mirarle a los ojos para que no descubra,  y se asuste, la pena que me produce saber los meses de tormento que le esperan hasta que llegue, precioso siempre,  el vástago.

Pero, ¿por qué,  José Luis, escribes sobre algo que todos los que tenemos hijas y nietos bien sabemos?  

Lo hago porque tengo un amigo que, como es normal, ha sufrido el áspero embarazo de su única hija, muy querida,  preciosa, inteligente,  estudiada y añosita  que,  hace cuatro días, luego de los nueve meses, ha tenido un hijo.  Él  es quien me lo ha explicado.

Su yerno, como todos los buenos yernos, en los últimos días del embarazo de su mujer, preocupado por su suegro, le explicó que en su pueblo natal, allá en el interior de África, luego del parto de una mujer, la familia, el clan y toda la tribu, hace descansar y se vuelca en atenciones con  quién se sabe que peor lo ha pasado en el trance,  que no es la madre y que no es el padre, que es, con seguridad absoluta, el abuelo materno de la criatura.


Y esto para que nos pensemos  que la sabiduría solo  está en  Europa…

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