Hoy, además de herido, ¡seré tonto!, me he vuelto a enfurruñar.
Junto a las tristes noticias sobre las deportaciones masivas de hispanos
ilegales, he leído en varios medios quejas y hasta "muy justificada" rabia, sobre
el hecho, parece cierto, de que los norteamericanos nos confunden, a nosotros, a los muy dignos
españoles europeos, ¡a los españoles de España!, con esa multitud de
desgraciados, los “latinos”, ¡raza inferior!, no sabemos decir hispanos, de
América Latina, ¡no sabemos decir Hispanoamérica!
Y, me he enfurruñado porque, ¡por una vez!, aunque sea para ofendernos,
tienen razón, somos iguales, somos los mismos, y nosotros somos tan tontos que, en lugar de
enorgullecernos, lo discutimos y nos enfadamos.
Nos enfadamos al igual que se enfadan, y mucho, los “avanzados”
mexicanos si los confunden con los “retrasados”
guatemaltecos; o los “civilizados” argentinos si los toman por “incultos”
bolivianos; o los “muy europeos” catalanes si alguien dice, ¡o piensa!, que son
murcianos; o los “guapos” de cualquier parte
si alguien no los distingue, en cualquier cosa, de los “feos” de sus
vecinos.
Y, me he sentido, me siento herido, porque los hispanos “ilegales”, en su
inmensa mayoría nunca delincuentes, los deportados y los que temen, escondidos
y aterrados, su posible deportación, somos nosotros. Somos iguales, como
iguales son los mexicanos, los guatemaltecos, los argentinos, los bolivianos,
los catalanes, los murcianos y todos, todos los hispanos.
Y, lo único, lo único que nos puede salvar del peor de los futuros, a manos
de esos que “nos confunden”, es la unidad, la unidad ahora en la tristeza, en
el pesar, y mañana en luchar.
2 comentarios:
😘😘😘
Muy buena reflexión
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