Para empezar: mi buen amigo, Santiago, persona
capaz, mente clara, ingeniero, y siempre
coherente en sus planteamientos, me reprocha, con buenas palabras, mis cambios de opinión; y otro buen amigo, Fernando, también ingeniero y capaz, con ideas firmes, muy racional,
del todo controlador, me atribuye, una desmedida
afición a meterme en charcos en cuanto los hay.
Y bueno, como yo también soy capaz, racional y
muy coherente, cuando escucho a Santiago o a Fernando, me digo: estos hombres,
aunque son muy listos, están equivocados, ¡no lo ven!, yo no piso charcos ni cambio de opinión… salvo que exista una buena y justificada razón.
Sin embargo, para enturbiar mi pensamiento, de
pronto recuerdo, lo que aprendí de Haidt en La mente de los justos:
conocemos a través de la intuición, de la emoción, y luego, solo luego,
“adornamos” lo conocido usando la razón.
Así que, si eso es verdad, ¡que lo es!, Santiago y Fernando, también yo, personas
capaces y racionales, lo creamos o no, vivimos bajo un gran paraguas con
varillas de emoción y tela de colores pintados con razón.
Y, ahora la explicación: mi mente, la de todos,
está llena de emociones, unas apenas sentidas, otras intensas, a veces entre
ellas encontradas, y todas adornadas de razón, por ello, cuando las emociones
son fuertes, sin darme cuenta, ¡y razonando!, me meto en charcos y cambio de
opinión. Sí, es verdad, mis amigos Santiago y Fernando tienen razón.
Y, ¡menos mal!, me
digo, en estos tiempos que corren, aún
de espectador, a mis años, con el alma desgastada, todavía entra
en ella, ¡cuánta fortuna!, la emoción, piso
charcos y, ¡gracias a Dios!, cambio de opinión.
Lo pienso de nuevo y me alegra
el alma: ser viejo no quita la emoción.
Nota: lo que ahora mismo están haciendo los presidentes Trump y Putin, anglos y rusos, ante la mirada, inquieta quizá, de los chinos, atónita de los europeos, e impotente de los hispanos, están generando en mí tal cúmulo de emociones, muchas de ellas encontradas, que me impiden conocer la auténtica realidad, que ¡seguro!, es peor de lo que hoy puedo imaginar.
1 comentario:
Muy ingenioso. Gracias por permitirme acceder. Muchos saludos
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