Pues mira,
ayer se hizo público un informe de la Guardia Civil en el que queda muy claro
que los tres hombres de confianza, los que le auparon al poder, del doctor Sánchez,
incluso él mismo, son unos auténticos golfos, una tropa de golfos, con muchas papeletas para ir a la
cárcel.
No, no
entraré en detalles, no hace ninguna falta, de ellos están llenos los medios de comunicación,
incluidos, ¡pobres!, los que se benefician de las dádivas generosas del doctor y su cohorte.
Tan solo unos
breves apuntes sobre cinco temas que, aunque sin sorprenderme, han atraído mi atención:
El primero, aunque
su doctorado ya era un indicio sólido, confirmar que antes de ser el jefe de la tropa
y del PSOE, el doctor Sánchez ya era un
golfo que andaba con otros golfos muy golfos.
El segundo,
que los amigos golfos del doctor Sánchez son tan golfos que, siendo amigos, gustan
grabarse, ¡por si acaso dejan de serlo!, sus propios y ajenos delitos.
El tercero, me
pregunto cómo es posible que los amigos golfos del doctor Sánchez tuvieran, para hacer golferías, tantos amigos, también golfos, en la Administración y en empresas públicas y privadas;
nunca imagine que en España hubiese tantos y tantos golfos.
El cuarto, me
asombra comprobar que el poder de la
emoción es tan fuerte que aún queda un buen puñado de votantes y cuadros del
PSOE, beneficiados o no de la generosidad del doctor Sánchez, que siguen
convencidos de que ¡todo es mentira!, que ¡el doctor es un santo!, y de qué
malos y golfos somos todos los demás,
Y quinto; me asusta
la idea, ¡él no tiene límites!, de que
el doctor Sánchez, a la cabeza de su tropa de golfos, ¡para salvarnos de las desgracias!,
si se ve muy apurado, uno de estos días, intente dimitir a don Felipe y proclamarse Rey de los Golfos y de lo que quede de España.
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