miércoles, 24 de octubre de 2007

107.LAS MIL Y UNA NOCHES

Tengo el hábito de leer simultáneamente tres libros, uno nuevo de ficción, un ensayo sobre temas variopintos y otro ya leído e incluso releído muchas veces.

En el capítulo de lo releído, en estos días he disfrutado, casi como siempre, de Las Mil y Una Noches.

Sin embargo, en esta ocasión, acaso por estar sensible a cuanto supone el Islamismo radical, sí, Islamismo radical sin eufemismos, me ha dejado una gota de preocupación en la trastienda del pensamiento.

El libro, delicioso, es un canto constante a la imaginación humana, un derroche de fantasía, un elogio del riesgo y una exaltación del valor.

Pero, al mismo tiempo, es expresión del despótico poder de quienes en cada momento gobiernan, de la necesidad de usar el engaño para sobrevivir y de la libertad absoluta para hacer lo que a cada cual convenga, siempre que no se entere quien puede castigar.

Más aún, no solo se puede engañar al califa, al marido y, siempre al enemigo, sino que es deseable hacerlo. Claro que hay que procurar que no se entere el califa, el marido o el enemigo, porque te pueden, además de azotar, quitar la vida.

Y me vienen recuerdos de las páginas, tan hermosas, del Collar de la Paloma y se me llenan casi de lágrimas los ojos al pensar que la sensibilidad casi única del poeta tenía entonces y tiene ahora el sello indeleble de la necesidad de engañar para conseguir, primero amor, luego placer y, más allá, triunfar.

A fin de cuentas no es que “sean falsas” estas gentes, es que culturalmente, no son de fiar.

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