jueves, 5 de junio de 2008

165. PRECISAMOS UN POQUITO DE BONHOMÍA Y ALGO DE ASERTIVIDAD

Ahora, quizá como siempre, vivimos en todo el mundo una época en la que a todos nos parece que la propia supervivencia depende de la capacidad para hacer prevalecer el propio pensamiento.


Nuestro el discurso, el de todos, incluye firmes asertos que procuran epatar y pocas veces se adornan con gotas de empatía.


El resultado del esfuerzo, al final, hace menos sencilla la relación entre clientes y proveedores, entre jefes y colaboradores, entre gobiernos y oposiciones, entre alumnos y profesores. Se genera, con alto coste, valor escaso, se aumentan las diferencias y se incrementa el debe de todas las cuentas.


Acaso, con algo de bonhomía, de afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y en el comportamiento, y la sazón de unas gotas de esa habilidad escasa de decir lo que uno piensa sin molestar al otro, asertividad se llama, se podría atenuar el esfuerzo que derrochamos en defendernos o en conquistar lo que todavía no es nuestro, e incrementar un poco el bien estar de todos.

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