lunes, 29 de marzo de 2010

308. SÍ, HEMOS HECHO UN VIAJE MUY ESPECIAL


Como escribía en este blog hace algunas semanas, en el mes de marzo de 2010 mi mujer y yo hemos hecho un viaje muy especial, hemos visitado Buenos Aires, dedicamos algunos unos días a ver los glaciares y luego estuvimos unos días en La Paz, en Bolivia.

Ha sido un viaje especial porque nunca, por unos motivos u otros, desde hace casi cuarenta años, nunca he estado unos días de vacaciones en Argentina ni he regresado nunca a Bolivia.

En Argentina hemos pasado unos días magníficos disfrutando los paisajes de la Patagonia, viendo sus extraordinarios glaciares, recorriendo El Calafate y, especialmente, disfrutando el placer de ver a gentes que progresan y hacen progresar su región aprovechando las bellezas de su territorio.

Buenos Aires, como siempre, amplia, preciosa, con sus grandes avenidas, sus calles populosas, sus comercios bien atendidos, sus viejos y preciosos monumentos, sus jardines exuberantes, las aceras destrozadas, las fachadas ennegrecidas, los nuevos edificios de acero y cristal que casi anuncian nuevos bienestares, restaurantes con buen servicio y mejor comida, la Plaza de Mayo concurrida, el Teatro Colón en obras, el tráfico denso, las buenas autovías y la calle Florida, para mi la más pintoresca, divertida y apasionante de cuantas he conocido en el ancho mundo.

Buenos Aires, ciudad bendita, llena de todo y de nada , sigue siendo la gran ciudad que me recuerda el viejo adagio, “más tiene el rico cuando empobrece que el pobre cuando enriquece” y de la que siempre, desde que la visité por vez primera, cuando moraba en ella Jiménez de Asúa, estaba viva Dª Victoria Ocampo, la vieja Tania cantaba en Cambalache, alumbraban luces sugerentes la casa de Madame Ivonne y la moda era Lazap, espero el milagro de un nuevo y singular rejuvenecer.

La Paz, en Bolivia, ha sido una gran y apasionante sorpresa.

Primero El Alto, la nueva ciudad que con más de un millón de personas se extiende desde el borde del enorme y precioso agujero que es la ciudad por el Altiplano en un crecer desatado y pertinaz. Originarios como se dice ahora, en su mayoría, los habitantes de El Alto son todo actividad, trabajo de todo tipo anima la vida de una ciudad que crece y quiere seguir creciendo.

Luego La Paz, activa, llena de gentes caminando deprisa, edificios nuevos, tráfico intenso, movilidades atestadas, comercio en todas partes, ruido, cuestas arriba y abajo, las villas que se ven siempre, el puente que lleva a Miraflores, al fondo el Illimani, se respira un para mí delicioso ambiente de nueva y pujante inserción social.

Y el Sur. Lo que eran Obrajes y Calacoto son para mi ahora lugares desconocidos, como lo son Cota Cota, San Miguel o el siempre sorprendente Valle de la Luna. Hay mucha vida también en el sur. La gente recorre las calles, disfruta tiendas modernas, cafeterías internacionales, restaurantes europeos, centros comerciales de cualquier lugar y habitantes encantadores que aún siéndolo, siguen sin ser originarios.

Y, sobre todo, lo mejor de todo, nuestra familia boliviana y los amigos, hospitalarios, cariñosos, extraordinarios.

En fin, un viaje emocionante.
Han sido tantas las emociones y las experiencias de este viaje que, poco a poco, según sea capaz de ir desarrollando las muchas notas que guardo de estos días, iré añadiendo en entradas, espero que interesantes, a este blog.

No hay comentarios: