martes, 30 de marzo de 2010

309. LA ALIANZA PARA EL PROGRESO Y EVO MORALES COMO OPORTUNIDAD PARA EL FUTURO.


Cuando era jovencito y la huella del antiamericanismo de la sociedad española aún marcaba mi alma, cada vez que leía sus carteles, escuchaba su nombre o veía sus resultados, la Alianza para el Progreso, el programa de ayuda económica y social de Estados Unidos para América Latina impulsado por el presidente Kennedy me parecía estar viendo, escuchando y haciendo maldades al mismo Satanás.

No me importaba en absoluto que todos los países del Continente, salvo Cuba que ya entonces era comunista, hubieran dado su visto bueno a la ayuda del norte que buscaba, hoy estoy seguro que con absoluta honestidad, mejorar la salud, desarrollar la agricultura, estimular el libre comercio, modernizar las infraestructuras, facilitar el acceso a la vivienda, promover la educación, e incrementar la cooperación entre todos los países de la región, a más de otros temas también importante para el desarrollo económico y social de América Latina. Yo tan solo veía la mano negra de los bandidos que volaron el Maine, robaron Cuba, Puerto Rico y nos expulsaron de Filipinas que, una vez más, con malas artes, pretendían hacer con la América que hablaba español lo mismo que unos años antes habían hecho con España.

A pesar de la oposición de las muchas personas que tan equivocadamente como yo se resistían a admitirlos, los logros de la Alianza para el Progreso fueron muchos y, ahora lo siento en extremo, es lástima que no se consiguieran muchos más. Se hubieran evitado enormes tragedias y el bienestar de los ciudadanos del Sur, muy probablemente hubiera sido mucho mayor.
La razón por la qué saco a relucir ahora este tema que estaba escondido desde hace mucho tiempo en el fondo de mi memoria es sencilla: Al volver a La Paz, después de tantos años he visto con mis ojos los resultados que ha obtenido, incluida la inserción social, la República de Bolivia con la aplicación de políticas inspiradas en la filosofía que inspiraba la Alianza para el Progreso y el peligro que ahora existe de perder gran parte de lo adquirido como efecto del odio, el revanchismo y la exclusión de la parte de población que no es socialmente, como ahora se dice, originaria.

Aunque siempre en la distancia y cargado de prejuicios, he seguido durante los últimos años los avatares de la política y la evolución de la sociedad boliviana y me he alegrado de sus progresos, lamentando simultáneamente la presencia en el edificio de la Plaza Murillo del actual presidente y de cuanto este significa para el futuro de Bolivia.

Quiero reconocer que nunca en mi vida hubiera pensado, como pensaban no pocos de mis amigos, que Evo Morales pudo haber sido y acaso podría serlo todavía, el líder capaz de integrar en una sola las visiones de la vida, de la sociedad y del futuro, tan diferentes de la población criolla, originaria, altiplánica, sureña u oriental que puebla Bolivia.

Evo Morales pudo haber sido en Bolivia el hombre integrador que, al igual que Mandela en Sudáfrica, impulsara el perdón, la colaboración y el ansia de un destino común para todos los bolivianos.

Sin embargo Evo Morales, lamentablemente para todos, parece que está aún cargado de rencores, excluye de la gestión del bien común a gran parte de los ciudadanos y se alía no con quienes buscan el progreso de todos sino con quienes, como los caudillos bolivarianos, promueven la desunión y el enfrentamiento con todos los que piensan de formas diferentes a las del pensamiento único del viejo socialismo.

No obstante, algunos buenos amigos, conocedores de la realidad boliviana me dicen que no todo está perdido, que aún pueden ser las cosas mejores, que es posible reconducir el peligro actual y que hay razones para ello: El sostén de Evo está en Cuba y Venezuela, Cuba en menos de cinco años volverá a la democracia, Chaves lo tiene cada vez más crudo y Evo es listo, tan listo que puede cambiar de amigos y, si no lo hace, dentro de los que hoy son sus amigos, hay posibles sustitutos, personas capaces de ver y avanzar por los nuevos caminos del mundo.

Pido a Dios que acierten mis amigos y que bienestar creciente que se ve en las calles de La Paz y de El Alto se mantenga, y lo haga en línea con la filosofía de integración que un su día inspiró al presidente Kennedy a crear la Alianza para el Progreso.

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