jueves, 10 de junio de 2010

325. LA FÁBRICA DE HOCES


Aún tengo presente el ejemplo de la fábrica de hoces que usaba en sus clases, allá en la mitad de los años sesenta del siglo pasado, el maestro Juan Martín de Nicolás, para explicar la obsolescencia de los productos y la necesidad de las organizaciones, para evitar su muerte, de innovar para adaptarse el cambio.

Para facilitar la comprensión del ejemplo, porque hoy la mayor parte de las personas, desconoce lo que es, diré que la hoz era un instrumento que servía para segar mieses y hierbas, estaba compuesto de una hoja acerada, curva, con dientes muy agudos y cortantes o con filo por la parte cóncava, afianzada en un mango de madera.

Pues bien, en un pueblo manchego, en la provincia de Ciudad Real, existía desde siempre una fábrica de hoces que era abastecía de estos instrumentos a todos los segadores de la zona y que incluso exportaba gran parte de su producción a mercados muy lejanos. La fábrica, cuidaba la calidad de sus productos y, habiendo alcanzado, dentro de lo humano, la perfección, había evitado rigurosamente realizar cambio alguno desde tiempo inmemorial.

Relataba Juan Martín de Nicolás que el dueño de la empresa estaba muy orgulloso de las hoces que fabricaba, aseguraba que eran las mejores del mundo y que su obligación, al igual que la de sus hijos, era seguir haciendo lo mismo en el futuro.

Creía tanto en la bondad de sus hoces y en la utilidad de las mismas que aunque las máquinas comenzaban a sustituir la labor de los segadores, las hoces seguirían teniendo demanda en el mercado.

La fábrica de hoces, la mejor fábrica de hoces, llena de todos los premios por su labor durante décadas, desapareció antes de la llegada de 1970.
Una vez terminaba Juan Martín de Nicolás de explicar el caso, luego de un silencio, el maestro nos formulaba la siguiente pregunta: ¿Podían haber hecho algo los dueños de la fábrica de hoces para evitar la muerte de la empresa?

Aunque ahora carece de sentido explicar ahora las respuestas que hace casi cincuenta años dábamos los alumnos a la pregunta del discípulo predilecto de Peter F. Drucker, creo la pregunta de Juan Martín de Nicolás sigue siendo válida para muchas personas que dirigen hoy organizaciones que fueron importantes y que habiéndolo hecho muy bien en el pasado corren el mismo riesgo que en 1960 corría la fábrica de hoces.
Dos ejemplos: Los directivos de los sindicatos españoles ¿pueden hacer algo para evitar su desaparición?, Los directivos de la Iglesia Católica ¿pueden hacer algo para evitar que lo que era universal se convierta en marginal?

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