martes, 14 de septiembre de 2010

336. BAJAS DE LARGA DURACIÓN EN EL EQUIPO DIRECTIVO



Las bajas de larga duración en el equipo directivo de las empresas suponen un problema que, aunque poco frecuente, tiene enorme importancia para las organizaciones.

Las enfermedades que requieren tratamientos prolongados en el tiempo, las excedencias forzosas de directivos que pasan a ocupar puestos políticos e incluso las bajas por maternidad son casos claros, de entre los muchos similares que se pueden presentar, de bajas laborales de larga duración.

El tratamiento legal de estas bajas en principio es similar al que tiene cualquier otro empleado por cuenta ajena: El directivo ausente, independientemente de la retribución que pueda tener y de quién pague esta durante el tiempo de la baja, cuando retorne a trabajar volverá a la empresa para seguir ocupando el puesto de trabajo que tenía antes del comienzo de la baja.

El tratamiento empresarial, por el contrario, es mucho más oscuro: Va desde amortizar el puesto o dejarlo vacante hasta la reincorporación de la persona ausente, hasta la sustitución definitiva por otra de la persona en situación de baja o cualquiera de las múltiples situaciones intermedias que a cualquiera se le pueden ocurrir. Evidentemente, los distintos tratamientos tienen diferentes costes económicos, problemas legales y efectos secundarios, positivos y negativos, para los directivos afectados y para la organización.


Es evidente que aunque para quien entra en baja de larga duración es normalmente muy bueno tener asegurado el puesto a su retorno y también es evidente que, para la empresa, es normalmente mala la ausencia de uno de los miembros del equipo directivo.

El problema no es baladí y el hecho de que se produzcan soluciones de todo tipo es muestra de la falta de seguridad sobre las mejores formas para resolverlo. Por ello y ante un caso concreto que me ha sido planteado hace pocos días, he elaborado algunas recomendaciones que acaso puedan ser útiles a quienes han de tomar decisiones cuando se enfrentan a bajas de larga duración de sus directivos.

Temas que hay que tener muy claros:

Los puestos de responsabilidad en las empresas, si son realmente de responsabilidad, no pueden estar vacantes más allá de cortos períodos de tiempo.

Cualquier persona puede caer en baja de larga duración por accidente o enfermedad o accidente, independiente de su buena salud o su prudencia ante el peligro. Las mujeres no caen en bajas de larga duración más o menos que los hombres y las bajas por maternidad suponen ausencias bastante más cortas que las producidas por otras causas y que, por otra parte, por previsibles, pueden ser mejor preparadas.

Las bajas de larga duración por excedencias para ocupar puestos políticos, con enorme frecuencia son definitivas, tanto porque la persona en excedencia tiende a mantenerse en el mundo de la política, como porque si decide retornar lo más probable es que lo haga de paso o que haya quedado obsoleta en actitudes y aptitudes, para volver a ocupar con éxito el puesto que ocupaba antes de iniciar la excedencia.


Algunas recomendaciones

En las grandes organizaciones una de las primeras obligaciones de los directivos es formar a sus subordinados para que puedan ocupar puestos de mayor responsabilidad. Esto, en muchas ocasiones, es real y, por tanto muy sencillo sustituir, temporal o definitivamente, al directivo en situación de baja de larga duración.

Cuando la baja va a ser larga, caso por ejemplo de alguien que va a ocupar un cargo público que requiere cuatro años de dedicación o el de una enfermedad grave de previsible larga duración y muy lenta recuperación en mi opinión, lo más sensato es sustituir al ausente lo más rápido posible. La incertidumbre es poco aconsejable y, aunque la persona en baja se pueda recuperar, si es valiosa siempre se pueden encontrar para ella y para la empresa una función adecuada.

Sin embargo, cuando la baja tiene un horizonte temporal claro, como es el tiempo de maternidad, excedencias muy cortas o similares, la prudencia aconseja, por múltiples razones que el puesto del ausente No sea ocupado por el directivo preparado para ocupar la posición de su jefe y que sea el superior jerárquico del mismo, o mejor aún, un colateral, quien absorba las responsabilidades del puesto, que dejará gran libertad a los miembros preparados del equipo del ausente en la gestión del día a día.

En el caso, muy frecuente, de las empresas pequeñas o medianas en las que el talento directivo se concentra en el equipo directivo y los empleados del nivel inferior son básicamente técnicos o personal operativo, la solución de las baja de larga duración, incluidas las bajas por maternidad que, sensatamente, pueden alcanzar entre tres meses y un año, se debe resolver el problema con las siguientes medidas:


Si quien ha causado baja no es la persona adecuada para ocupar el puesto, es la mejor ocasión para sustituirla por otra persona.

Si quien ha causado baja es persona capaz pero va a estar “mucho” tiempo fuera, hay que buscar inmediatamente un sustituto fuera.

Si la baja va a tener un horizonte temporal definido y la persona en baja previsiblemente va a retornar con normalidad a su puesto, mientras esté ausente, sus responsabilidades deben ser absorbidas por otro miembro del equipo directivo, que en su gestión debe actuar eficiencia, evitando siempre actitudes de interinidad o falta de compromiso en la función asumida temporalmente.

Una recomendación final: El equipo directivo de cualquier empresa bien gestionada debería reflexionar sobre las consecuencias de las bajas de larga duración de cualquiera de sus miembros y la forma en que estas, si se producen, deberían ser gestionadas.


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