martes, 6 de noviembre de 2012

474. REFLEXIONES ANTE LA POSIBLE INDEPENDENCIA DE CATALUÑA IV: POR UNA SOLUCIÓN SENSATA




Es frecuente, aún en los matrimonios aparentemente más civilizados,  que cuando un cónyuge anuncia al otro su intención  de  separarse, ese otro eche  las patas en alto, recuerde  todos los agravios del  pasado, reclame el apoyo de  la familia y de los amigos, comienza a poner los medios  para quedarse con todo el patrimonio familiar y, por supuesto, además de pretender  la mejor indemnización y si es posible una espléndida pensión. Además, como el otro o la otra es un despreciable traidor,  por si  fuera poco lo anterior, olvidando los tiempos que fueron felices, pronuncie todos los insultos  e  incendia su alma para, por todos los medios, hacer que el  futuro del otro o de la otra  sea,  para siempre, el peor de los infiernos.

También, todos sabemos, muchas veces,  el mero anuncio de la intención de separarse no tiene por qué  llegar a  la ruptura del matrimonio ya que,  cuando queda algo de amor, si los cónyuges reflexionan, reconocen cada uno sus errores y buscan una solución, no pocas veces el matrimonio sale adelante e incluso la unión entre los dos se hace más fuerte que antes de la crisis.

Pues bien, en el caso de la posible independencia de Cataluña estamos ante una situación, aunque muy distinta, bastante  similar a la del matrimonio en el que uno de los cónyuges, Cataluña,  anuncia al otro, España, que quiere separase

El muy  conservador  presidente de la Generatlitat, con el apoyo de no pocos catalanes muy progresistas,  ha dicho que quiere la independencia porque España  explota y  roba  a los catalanes sus dineros, vamos, que es un mal padre, un  marido  despilfarrador o una mujer estúpida  que malgasta lo que los buenos catalanes  ganan con sus esfuerzos para dárselo a otros hijos o, eso es aún peor, a varios  amantes, que son vagos y  merecen nada.

Las reacciones de una parte importante de los españoles,  incluidos   políticos, conservadores y  progresistas,  ha sido muy parecida a la del cónyuge que echa las patas por alto y que,  de entrada, además de  leer muy despacio el Código Civil y llamar a sus abogados, ha comenzado a decirle al  otro que es un abusón, aprovechado, feo, malo y traidor, y le ha avisado  de que si sale por la puerta le va a dejar en la ruina. Y, una parte importante de los catalanes que siempre se han considerado “con sus cosas, buenos maridos” o dicho de otro modo, “con sus cosas,  españoles normales” se han asombrado y dolido de los insultos y amenazas de “sus mujeres” o de los “españoles” y, contra sus propios deseos, han empezado a pensar que no van a tener más remedio que marcharse de su propia casa porque esta se va a convertir cada día que pase, en un infierno peor.

Entre unos y otros, cada uno con su parte de responsabilidad, que todos tenemos alguna, estamos calentando el ambiente  y así  solo se puede conseguir que perdamos todos.

Por ello,  como ya conocemos las cartas que cada uno tenemos  y  esta  partida, desde el comienzo hasta el final  la estamos perdiendo todos, creo que lo  más razonable es  calmar los ánimos, dar un paseo,  sacar lo que nos une,  dejar guardado lo que nos separa y sentarnos en la mesa para llegar a un acuerdo, llorar un poco, alegrarnos mucho y volver a estar   juntos que, a fin de cuentas,  es provechoso y, aunque riñamos de cuando en cuando,  tiene su encanto

1 comentario:

Diego dijo...

Me parece de una sensatez extraordinaria su argumentación.