lunes, 13 de abril de 2015

681. LO QUE YA SE Y PUEDO EXPLICAR SOBRE LA FELICIDAD

El 20 de marzo publiqué en este blog una entrada,  con el título “Saber explicar qué es la felicidad, para mí es muy difícil, si usted puede hacerlo, por favor, téngalo a bien y écheme una manita”, hoy, luego de leer, de preguntar, de escuchar  y de pensar, resumo en este artículo  lo que  hasta el momento  he conseguido saber y puedo explicar,  sobre qué es la felicidad.

Evidentemente, en el tiempo que aún tengo hasta el día 13 de junio de 2015, fecha en que disertaré sobre el tema en  el Círculo 10 Cuñados, espero conseguir progresos que, como es rigor, publicaré en el blog. Mientras tanto, aquí tienen lo que puede llegar a ser la base de la futura presentación.

SOBRE LA FELICIDAD

Para comenzar, una cita de  Rousseau

“Todo hombre quiere ser feliz; pero, para llegar a serlo, habría que empezar por saber qué es la felicidad”

Y mi  reflexión sobre esta idea: Sin explicar el  concepto, las tres grandes religiones monoteístas prometen, a quien se lo merezca, la felicidad en “la otra vida”, es decir, “después de la muerte”,  mientras que las religiones orientales, aspiran a ayudar al hombre a alcanzar la felicidad durante en cada  vida (ya que es precisamente ese el objetivo de la vida), hasta que el ser humano llegue a la cumbre de la existencia,  es decir,  llegar al Nirvana, al no ser.

Claro que hay científicos, filósofos y personas normales que piensan que dedicar tiempo o reflexión a este tema no es otra cosa que perder el tiempo…

Y, a continuación, otra cita, ahora de Bergson:

“Llamamos felicidad a algo muy complejo y confuso, uno de esos conceptos que la humanidad  ha preferido dejar en el terreno de la vaguedad para que cada uno lo perciba a su manera”

Tratando de avanzar  en una aproximación a lo qué  se entiende por Felicidad, resumo algunas propuestas:

·    La felicidad es un grado, alto, de gustar la vida…; esta idea probablemente  implicaría impresión no permanente  dependiente de las circunstancias.

·     Es proyección de la alegría sobre la totalidad de la existencia y  podría ser duradera en el tiempo.

·      Destellos, instantes, placer intenso, fugacidad, sensación de felicidad o plenitud.

Ahora bien, hasta ahora, ¿Verdad que con lo que hemos expuesto seguimos sin saber nada sobre qué es la felicidad?


Mi propia y  primera aproximación a la idea de felicidad:

La Felicidad creo que  puede ser algo próximo a la satisfacción que se siente al alcanzar un logro por el que se ha luchado mucho, la desaparición de una amenaza percibida como terrible, la sensación de plenitud que regala la visión de un amor muy  querido…

Sin embargo, debo decir que:

·    Con harta frecuencia, alcanzada una meta, incluso la más deseada,  la satisfacción obtenida no es perdurable, incluso puede ser  seguida de estados de desmotivación o ansiedad.

·       Pero, creo que,  en todos los casos, la satisfacción es fugaz, se apaga en el tiempo, al igual que el placer…y el dolor. Por ello, está claro que la felicidad no es satisfacción.

·   Sin embargo, Alderfer me ha hecho recordar que podemos constatar, con absoluta certeza, la realidad de que,  en condiciones adversas, en medio del dolor, hay  personas que teniendo fuertes  metas de transcendencia, no solo mantienen por largo tiempo una  motivación intensa  sino que también viven  estados claros de felicidad, que además y asombrosamente  es duradera.

De lo anterior,  parece que la felicidad está más relacionada con el interior que con el exterior de la persona y, de alguna manera, con una idea de proyección de la vida desde dentro hacia fuera.

El problema de conocer y decidir en la búsqueda de la felicidad

Si fuéramos consecuentes con lo enunciado en los párrafos anteriores, y si la felicidad está más relacionada con el interior de la persona  que con el exterior y que se proyecta de dentro hacia fuera, es razonable plantearnos que debe haber algo, llamémoslo  “bien” que es posible descubrir con el conocimiento y elegir con la voluntad.

Y aquí nos encontramos una nueva dificultad: nuestra capacidad para conocer es limitada y no siempre acertamos. Todos los seres humanos queremos el “bien” aunque sea exclusivamente para nosotros, nadie elige el mal y  si lo elige es porque le parece que es el bien.

Estoy absolutamente seguro de que todos los hombres y, sin duda alguna, todos los seres vivos, todo lo que hacemos es para  buscar  “el bien”, que hemos conocido con nuestro cerebro y con nuestro cuerpo, sea bien  real  o ficticio. No olvidemos que el más terrible asesino, al matar  busca “su bien”, y que  el suicida se quita la vida porque  anhela su bien.

Pero, ¿Qué es el bien?

¿Es ausencia de sufrimiento? ¿Carencia de dolor? ¿Placer? ¿Dinero?, pues parece que no, que todo eso es insuficiente, probablemente, me parece que debe ser algo relacionado con la idea de armonía con la propia esencia del ser.

Y, recordando con  Séneca que “El sufrimiento hace daño, pero no es un mal…”  y que esta frase,  a poco que la  pensemos,  sabemos que es cierta y que  una reflexión profunda sobre el dolor y la muerte  es imposible obviar que en nuestra naturaleza está el dolor y está la muerte, parece imprescindible su aceptación para aproximarnos a la idea de la felicidad.

La importancia del Conocimiento Interior

Hasta ahora algunos  avances: la proyección desde  dentro  hacia fuera, la importancia del conocimiento, el descubrimiento del  “bien” y  la ida de armonía; nos llevan a reflexionar sobre la importancia del Conocimiento interior para saber qué es la felicidad y, si es posible, conseguirla.

Y, en esta vía, encuentro que la reflexión oriental y el  misticismo occidental resaltan, para alcanzar la felicidad aquella  y a Dios el otro, la importancia de la meditación que, al decir de todos, no es otra cosa que la búsqueda de la verdad interior, el conocimiento de qué somos y el sentido de la existencia.

Claro que, tanto en oriente como en occidente, nos advierten sobre la dificultad de la introversión, del análisis y reconocimiento del propio ser.

Y, llegado a este punto, me pregunto:

¿Por qué nos resistimos a mirar hacia dentro, al pozo que parece profundo, del propio yo?

Tengo muchas dudas, pero me inclino a pensar que la resistencia está en que existe en nosotros un profundo miedo, incluso terror, a que conocido el interior nos veamos obligados, sin remisión,  a avanzar por caminos agrestes y no deseados porque pueden suponer la renuncia al propio yo.

Y, como final, me pregunto,  si acaso el “bien” puede estar  en la  renuncia al yo sea en sí misma  La Felicidad o, al menos, el camino para llegar a  la ella.


Notas:

·    Espero que lo que he escrito no resulte en exceso confuso para el lector y que, en mis progresos sobre la idea de la felicidad pueda expresarme cada vez con mayor claridad.


·    Mi agradecimiento a todas las personas que me han enviado sus ideas y vivencias sobre qué es la felicidad. Espero de su generosidad que sigan haciéndome artífice de sus conocimientos y de sus experiencias.

1 comentario:

JOSE LUIS MINGO dijo...



Mi buen amigo I.H. me remite un correo electrónico en el comenta el tema. Dice así:

Hola José Luis

He estado leyendo tu análisis sobre LA FELICIDAD.

Sobre tu forma de escribir puedo decirte que me invita a mí también a ello. Que pasa, pues que no es tan fácil. Me siento en el ordenador y no paso de tres líneas. Digo esto porque considero que está muy bien enfocado, otra cosa es dar una definición en pocas palabras. Quizá eso no pueda ser.

Ayer se lo comenté a un amigo, persona muy pensada, que acaba de ser abuelo y según dicen, es un momento oportuno de reflexionar sobre este término. No sé que me contestará.

Intentaré darte mi opinión aunque está recogida en tu análisis. Comprenderás que yo no soy capaz de inventar nada sobre este asunto. Si fuera hacer un teodolito, podría hablar.

A mi me parece que la felicidad es más bien un estado de ánimo más o menos momentáneo y no es fácil mantenerlo en el tiempo.

Esos momentos y su frecuencia está relacionado con la edad del individuo. La niñez quizá la mejor época, le sigue esa edad en la sociedad moderna de los 15-18 años. Cuando mi hijo mayor terminó la selectividad y se fueron un grupo de compañeros a interail por Europa, me dijo un padre "esta es la mejor época de la vida". Aquello me hizo pensar y es muy posible que con esa edad la felicidad sea sublime.

Después, hasta los treinta no es una época de muchos momentos de felicidad en nuestra sociedad. La etapa siguiente puede tener muchos momentos positivos pero lo malo viene cuando uno se hace mayor, principalmente porque su "cesta" de la vida se va llenando y aunque haya situaciones felices, la "cesta" tiene tantas manzanas negras que no es fácil dar importancia a los momentos felices.

Dirás, ese es el reflejo de tu vida, evidentemente porque si quisiera entender la felicidad mirando a otros, solamente podría hacerlo mirando a personas encuadradas en la sociedad como primitivas, no urbanitas (estos tienen muchos prejuicios y mucha fachada). Sí que puedo encontrar alguna persona en el pueblo que haya tenido una vida con muchos momentos de felicidad.

Estas personas (poquitas) que entiendo han sido felices, las analizo cuando son mayores viendo su "cesta" y un poco como ha sido su trayectoria (no hay fachada). La salud les ha acompañado, el dinero no les dice mucho, el bajo nivel cultural les hace no sentirse ridículos (puede que en algunas circunstancias la ignorancia ayuda a ser feliz).

El Sr. Benjamín no tenía hijos y vivía en una casa muy pequeña. Para meter el burro a la cuadra tenía que hacerlo por el portal de la casa. Un día le decía a un vecino hablando de la relación marido - mujer, que para que viese la buena relación que tenía con la Sra. Romualda, su mujer, iba a meter el burro a la cuadra hacia atrás y ver si le echaba la bronca. Por la tarde trae el burro después de la jornada laboral y se pone a meterlo hacia atrás. Lo importante ¿qué le contesta su mujer?. Como todos los días lo mete hacia adelante, hoy toca hacerlo al revés y se quedó tan contenta.

Digo esto porque para mí estas personas tuvieron una vida en mi opinión, feliz a pesar de ser pobres, incultos, muy poco leídos, etc. etc.

Siempre me llamó la atención y tengo varios ejemplos como el Sr. Benjamín, que matrimonios que no han tenido hijos y han llegado a una edad madura, me han parecido personas felices. Quizá sea un prejuicio porque me cuesta admitir que haya buena convivencia en un matrimonio sin hijos.

Con todas estas historias que te estoy contando intento corroborar lo dicho inicialmente, la felicidad es momentánea, tiene una gran relación con la edad y aunque su frecuencia sea cada vez mayor en relación al desarrollo de la sociedad, la duración en muy muy corta.

Yo digo que mi perro el Hori es feliz pero no me dice lo que piensa.

José Luis, cuando leas este rollo, TÍRALO A LA PAPELERA. Me lo he pasado bien escribiéndolo.

Un saludo

IH