miércoles, 23 de septiembre de 2015

700. EN ALEMANIA FLORECEN PREPOTENTES GOLFOS

La verdad es que Alemania y los alemanes tienen, cosas muy buenas, otras menos buenas y algunas detestables y, entre estas, para mí la más desagradable, es la prepotente soberbia con que, olvidando sus vigas, exigen  al resto de los europeos obediencia absoluta y profundo respeto.

No, no iré a la historia, que siendo de ayer, es casi  antigua. No, no me refiero  a lo que hicieron los alemanes  antes de que yo naciera ni a lo que estaban haciendo, yo era niño, cuando practicaron el holocausto. No, no iré a las barbaridades de que fueron capaces cuando votaron  a Hitler y le siguieron  hasta que los norteamericanos, los rusos y los ingleses le  expulsaron del poder por la fuerza.

Me refiero a lo que sucede  ahora,  en el siglo XXI, cuando sin pudor alguno, los alemanes, en su prepotencia y con sus comportamientos, están poniendo todos los medios para que los ciudadanos europeos comencemos a pensar que quizá fuera mejor una Europa sin ellos.

Dejando en el olvido  las artimañas que  están usando  los alemanes para que sus cajas de ahorros sigan siendo  casi opacas y  queden fuera del control de las autoridades monetarias europeas,  pongo  cuatro  ejemplos de lo que están  haciendo algunos   “seres superiores”  y  “admirables  alemanes”:  Lufthansa, la gran compañía aérea alemana,       hace unos meses explicó al mundo como se incumplen  todas las normas y  se  lleva a la muerte un avión con sus viajeros dentro;  la farmacéutica Grünenthal  GmbH, también meses, en los tribunales,  se ha seguido  negando, mira que han pasado años, a indemnizar en España, como lo  había hecho en Alemania,  a  quienes, está probado,  provocó, con sus fármacos,  la talidomina;  la palabra Siemens, el nombre de la gran empresa alemana,  hoy por hoy, sigue  asociado  a la palabra convoluto; y ahora, ayer,  las autoridades norteamericanos han  descubierto a Volkswagen, no solo quebrantando la ley sino haciéndolo con la mayor de las malicias.

Realmente estoy muy  enfadado por  los muy malos  comportamientos de los alemanes que incumplen las leyes y con los de  aquellos otros alemanes que sintiéndose “superiores”, sin ver en sus ojos la  propia viga,  se  comportan como “arios” renacidos.


Pero, a pesar de todo, sigo pensando que Alemania y los alemanes, porque  tienen muchas cosas  muy buenas  es posible que ahora,  gracias a los norteamericanos que han descubierto a Volkswagen haciendo  el golfo, reflexionen, tomen medidas, dejen atrás  su  prepotencia, cumplan las leyes  y, de verdad,  cambien. 

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