lunes, 13 de febrero de 2023

1030. PRONTO, MUY PRONTO, ADEMÁS DE CONVERSO, SERÉ MARRANO


Hasta hace bien poco, desde que era niño, durante años y años, he tenido muy claro que uno de los requisitos necesarios para la buena convivencia es el reconocer las cualidades y los aciertos de las personas que te rodean y, sobre todo, evitar, con un ¡estás muy guapa!, que tu mujer, tu hermana, tu hija o tu nuera, luego de haber pasado tres horas de tortura en la peluquería, al llegar a casa, a poco de pararse dos veces delante de ti, sin que tú, ¡inocente!, hayas dicho ni una palabra, enfurruñada, para iniciar una batalla que puede durar minutos o muchos días, te diga: ¡es que no te fijas en nada!, ¡es que ya no me miras!

Y, porque no me gustan las batallas, casi siempre he estado alerta a la demanda de elogios de mis mujeres: ¡has cambiado de peinado, qué bien te sienta!, ¡estás guapísima, y llevas un vestido precioso!, ¡hijita, me encanta el brillo que tienes en los ojos!, a lo que siempre contestan con un sonriente y satisfecho “gracias papá”;   o cuando te encuentras en la calle a dos vecinas de edad, hablando animadamente, si les dices: ¡qué gusto ver a dos señoras tan guapas y sonrientes por la mañana!, es seguro que lo agradecen y te dan las gracias. 

Sin embargo, lo que para mí era normal y estaba dentro de lo que se entendía por buena educación, ahora, por decisión de las santas mujeres que dictan, desde el Gobierno y el Parlamento los mandamientos de la Nueva Religión, y quizá porque no merecen o no reciben esos elogios, se han prohibido los piropos, y que, si algún hombre tiene la osadía de pronunciarlos podrá ser, además de denunciado, conducido al cuartelillo y ser duramente castigado por feo y machista.

Por tanto, luego de pensarlo mucho, porque el tiempo apremia y soy muy cobarde,  lo he decidido: aunque mis mujeres se pongan como hienas, me convertiré muy pronto a la Nueva Religión, será en un acto muy público y muy solemne,  en cuanto encuentre, la estoy buscando, una madre santa, con licencia para bautizar.  

Pero, como también soy un viejo heterosexual, machista impenitente y fanático de la urbanidad, todo lo anterior será de mentira, en público ni la sombra de un piropo, pero en privado, ¡ah en privado!, aunque la Renovada Inquisición vigila y  es muy peligrosa,  seré un auténtico marrano y diré, todos los días, muchas veces, una detrás de otra, todas las oraciones impías de mi vieja religión, empezando por el “¡estas preciosa!”, siguiendo por el  “¡da gusto verte tan guapa!”, hasta terminar con  el “qué bien te sienta el rojo!” o el ”Juanita, tu, con cualquier cosa estás bonita”.


Nota: la imagen esta adaptada de otra de ABC, tomada de Internet.




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