miércoles, 27 de septiembre de 2023

1091. COSAS DE VIEJO: DEL POR QUÉ DE MI MIEDO

 

Porque me importa lo que ocurre a mi alrededor y porque al ser viejo tengo tiempo, he dedicado el día de ayer y la mañana de hoy a ver y oír, completo, el debate de la investidura del señor Feijóo, el ganador de las Elecciones Generales del pasado julio en las Cortes Generales.

Y, la verdad, escuchando con atención las palabras de los señores diputados en el debate he entendido las posiciones de los distintos partidos políticos que han intervenido, todos salvo el PSOE, en el debate, y apreciado la pasión con que cada uno de ellos ha defendido sus ideas y manifestado su apoyo o repulsa a la investidura del señor Feijóo.

El resultado del debate lo confirmaremos el viernes, cuando los diputados voten por segunda vez, la primera ha sido hoy, la investidura, está cantado: el candidato no será investido y no será, al menos por ahora, presidente del gobierno del Reino de España.

Pero no, aunque podría hablar muy largo de las bondades del discurso y de los proyectos del señor Feijóo, y de lo mucho que me desagradan las ideas y propuestas de quienes, porque prefieren al doctor Sánchez, no lo han votado, no lo haré; todo el mundo tiene hoy acceso en Internet a lo que ha sucedido en las Cortes Generales y a lo que publicarán los medios de comunicación mañana y en los próximos días.

Y no hablaré de todo ello porque llevo horas pensando en el, hoy callado,  protagonista mudo del debate: el doctor Sánchez. De ese hombre que ha sido y es capaz de, saltando todos los límites, conseguir para sí los votos suficientes para seguir siendo presidente del gobierno.

Hoy he visto su imagen muchas veces, sentado en el lugar preferente que corresponde al presidente del gobierno en funciones. Sonriendo generoso ante las demandas de sus futuros socios en el gobierno; impertérrito ante los ataques de sus adversarios y, siempre distante, por encima de todos y displicente con cuanto se decía desde la tribuna del hemiciclo.

Y he sentido miedo, mucho miedo:  he visto la mirada y los ademanes de un sicópata, de un gran narciso que cree, porque es superior a todos y ser capaz de todo, que pasará a la historia como el más grande presidente, el primer Rey de sangre roja, el inmenso Caudillo, el Salvador, el, el, Él.

Y luego, de pronto me he dado cuenta del por qué de mi miedo, y no es por lo que pueda hacer o no hacer del doctor Sánchez y no es porque pueda romper o no romper España, no. Es porque el miedo es contagioso y este hombre me ha contagiado su propio miedo. Sí, rezuma miedo, un miedo espantoso que, como el halo de un santo, envuelve su figura. Este hombre, ¡pobre!, no duerme, no vive, está aterrado; ¡me persiguen!, ¡hay tantos peligros!, ¡hay tantos traidores!, ¡hay tantos asesinos!  que pueden frustrar mi entrada en la historia.

Ahora, pasadas horas, estoy tranquilo, pase lo que pase al aterrado doctor Sánchez, yo, porque soy viejo, soy prescindible y soy libre, de verdad, de verdad, solo me puedo permitir tener miedo a mis propios miedos.

Nota: la fotografía del doctor Sánchez es de hoy en las Cortes Generales y está tomada de Internet.



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