martes, 10 de septiembre de 2024

1139. COSAS DE VIEJO: DEL FANATISMO Y LA FELONÍA

 

Comenzando por el principio, fanatismo es, según el Diccionario de la lengua, el “apasionamiento y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas”; y es sinónimo de “intransigencia, intolerancia, obstinación, extremismo, radicalismo, sectarismo, exacerbación, exaltación, incondicionalidad”. Y, fanático es, también lo dice el Diccionario de la lengua, el que “actúa con fanatismo”.

Y, con base en lo anterior, avanzamos con el ejemplo de nuestros grandes fanáticos: no, el doctor Sánchez  no es un fanático, él carece de tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones y actúa cambiando de criterio siempre que conviene o le viene en gana, y, ¡asombrosamente”, sabe usar su poder para convencer, o comprar, todo tipo de voluntades. Me refiero a personas como el ilustre jurista, don Cándido Conde – Pumpido, a algunos de sus colegas en el Tribunal Constitucional, o a uno de mis viejos conocidos, casi amigo, abogado socialista, que, quizá por muy pío, ha incorporado a su religiosidad una  buena dosis de fanatismo  ”progresista”.

Entiendo que es de bien nacidos ser agradecidos y que es natural estar con quien te ha hecho el gran honor, el doctor Sánchez, de nombrarte  miembro o presidir el Tribunal Constitucional; o entregarte, el mismo doctor Sánchez lo ha hecho, una gran suma de dinero, mucho más que a ninguna otra, a tu fundación para, ¡mira que soy bueno y generoso!, apoyar a los pobres y desvalidos  emigrantes.

Lo que entiendo menos es que esos ilustres juristas, en principio hombres de bien, hayan decidido quebrantar el espíritu de la Constitución, ¡habían jurado respetarla!, y apoyar las decisiones claramente inconstitucionales del, dicen   rodeado de corrupción, presidente el Gobierno, doctor Sánchez.

Y lo que ya no entiendo de ninguna manera es que estos hombres, seguro que, de buena fe, hayan olvidado las bases de su formación jurídica, que entes siempre habían respetado, para convertirse en fanáticos, seguidores de un líder carente de límites y, sin principios.

Imagino que, para ellos, en la cumbre de sus carreras profesionales, no han querido ver, o que, viéndolas, han valorado y aceptado las consecuencias, muy tristes, para sus hijos y  sus nietos, de haber entrado en esa lista, tan especial, que inaugurada por el Conde don Julián, incluye al noble Bellido Dolfos; al secretario de estado Antonio Pérez y, al rey Fernando VII, los españoles bien conocemos.

¡Qué triste es tener un abuelo del que todo el mundo sabe que fue un felón!

 

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