Sí, repetimos,
el presidente Donald Trump y el doctor
Sánchez se asemejan en mucho: comparten narcicismo, ambición, carisma, habilidad en la comunicación,
carencia de límites y audacia, sobre todo audacia, esa capacidad que
hace posible encontrar el éxito cuando este parece imposible.
Pero entre
ellos, como bien me recuerda un buen amigo, existen dos grandes diferencias, ¡son
fundamentales!: uno persigue el bien para sí mismo y el otro lo quiere para su
país; mientras uno hace lo que promete
el otro desconoce la verdad, carece de honor y no tiene palabra.
Y sí, ambos me
producen profundo asombro, gran admiración y, no lo niego, insuperable temor:
reúnen en un todo inseparable lo mejor y lo peor del ser humano, pero
uno trata de crear riqueza para su país y el otro esquilma al suyo en provecho propio.
Sí, lo vuelvo
a repetir, el doctor Sánchez y el presidente Trump, porque son audaces, audentes
fortuna iuvat, son valientes, intrépidos, osados, atrevidos, arrojados,
resolutivos, valerosos, bizarros, temerarios, insolentes, descarados y
desvergonzados, por ello pueden triunfar.
Y, para mí,
para nosotros, el triunfo de cualquiera de los dos, del segundo más probable
que del primero, sería una inmensa desgracia: el del doctor, porque, si puede, arrasará
con la riqueza y, peor aún, con el alma de España; el del presidente
norteamericano, porque si Dios no lo remedia, someterá al poder de los anglos el
espíritu y los bienes de todas las Españas.
Pero, tengo, que reconocerlo, quienes
nos oponemos al narciso doctor
Sánchez y al carismático Donald Trump, lo hacemos con muy escaso valor y
ninguna audacia, avanzando sin remedio hacia el peor de los naufragios.
Y claro, si el
desastre llega, prefiero que sea de las manos de un hombre que, aunque no sea
la mía, ama a su patria, y no a los pies de un narciso sin conciencia y sin alma.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo. "Absit a nos" semejante maleficio.
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